‘Fuck The Army Show’, el cabaret de Donald Sutherland y Jane Fonda contra la Guerra de Vietnam

El famoso actor, recientemente fallecido, y su amiga Jane Fonda lideraron un ácido y valiente vodevil antimilitarista que se representó cerca de las bases norteamericanas  
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Donald Sutherland nos dejó el 20 de junio con una vastísima carrera cinematográfica y en la que destacaron personajes como su soldado criminal y tontorrón de 12 del patíbulo, el sargento Oddball de Los violentos de Kelly, el detective de Klute, el fascista perturbado de Novecento, el científico de La invasión de los ultracuerpos o el mítico X de JFK: Caso abierto. En aquella película, Sutherland tenía uno de los diálogos más memorables, cuando su personaje recordaba el poder del complejo industria-militar: “El principio organizador de cualquier sociedad es la guerra. La autoridad del Estado sobre su pueblo reside en sus poderes de guerra. Kennedy quería poner fin a la Guerra Fría en su segundo mandato. Quería suspender la carrera lunar y cooperar con los soviéticos. Firmó un tratado para prohibir las pruebas nucleares. Se negó a invadir Cuba en 1962. Se propuso retirarse de Vietnam. Pero todo eso terminó el 22 de noviembre de 1963”.

Dos años después del magnicidio de Kennedy, Estados Unidos mandó las primeras tropas a Vietnam confiado en su superioridad militar. El ejército norvietnamita y el Vietcong no parecían tener nada que hacer ante aquel moderno y enorme ejército. Para justificar la guerra, el complejo industria-militar necesitó propaganda y películas como Boinas verdes, éxito de taquilla de 1968 en el que John Wayne luchaba contra los comunistas en remotas y peligrosas junglas.

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En aquellos años, otro de los más famosos propagandistas del Pentágono fue el cómico Bob Hope, que ofrecía a los soldados un show navideño. Hope colaboró con el alto mando militar desde 1941, cuando grabó un episodio de su programa de radio de la NBC en una base naval de California, y presentó y grabó actuaciones en bases de todo Estados Unidos y en giras en el extranjero. A Vietnam lo acompañaron celebridades como Ann-Margret, Raquel Welch o Sammy Davis Jr. y al acabar su espectáculo navideño de 1965, Hope dijo apoyar “inequívocamente la misión estadounidense en Vietnam”.

Pero la América de Hope ya no era la de 1941, la que había ayudado a salvar al mundo del nazismo. Ahora en la Casa Blanca gobernaba un delincuente y el complejo industria-militar había empujado a miles de jóvenes a morir en una guerra absurda en la que ya no se escuchaba a las Andrews Sisters o a Glenn Miller, sino a los Rolling y a los Doors. Encima, el “humor” de Hope era rancio, machista, racista y clasista. En uno de sus shows llegó a decir, de forma miserable, que el bombardeo de Vietnam del Norte había sido “el mejor proyecto de limpieza de barrios marginales que jamás hayan tenido”.

Cuando empezaron regresar a casa demasiados soldados en ataúdes (la mayoría de las clases más desfavorecidas), muchos intelectuales empezaron a organizarse. Escritores, músicos y cineastas se unieron a la ola pacifista y reclamaron el fin una masacre. Ayudó que, en 1971, una asociación de veteranos de la guerra de Vietnam presentase un informe que demostraba que las masacres no eran hechos aislados sino el resultado habitual del gobierno y el estamento militar. El impactó en la opinión pública norteamericana fue considerable.

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Ese mismo 1971, otro militar, Howard Levy, tomó una importante decisión contra la absurda guerra de Vietnam. Exmédico militar que, tras 26 meses, acababa de salir de la prisión de Fort Leavenworth, en la que fue encerrado por haberse negado a recibir órdenes de entrenar a los médicos de los Boinas Verdes con destino a Vietnam, Levy ideó el FTA Show, guiño a la expresión, muy usada por los soldados, “Fuck The Army” (“Que se joda el Ejército”, a su vez un juego de palabras con el eslogan propagandístico “Fun, Travel and Adventure”, “Diversión, Viajes y Aventura”). El Fuck The Army Show sería un espectáculo itinerante contra la guerra de Vietnam para soldados ideado como contestación a la gira patriótica y militarista de Bob Hope.

Levy consiguió el patrocinio del Fondo de Militares de los Estados Unidos, que se opuso a la guerra de Vietnam, promovió la libertad de expresión dentro del ejército, apoyó publicaciones de la tropa y trabajó para defender sus derechos legales. Conseguido el dinero, Levy llamó entusiasmado a Jane Fonda, que no menos entusiasmada aceptó el reto y llamó a algunos amigos, actores como Peter Boyle, comediantes como Dick Gregory, dibujantes como Jules Feiffer o músicos como Swamp Dogg. Entre ellos estaba Donald Sutherland, con el que Fonda acababa de rodar Klute, película con la que ganó su primer Oscar. Volverían a trabajar juntos dos años después, en Material americano.

Sutherland ya había participado en la sátira antibelicista M*A*S*H y acababa de interpretar, nada menos que en el papel de Jesucristo, Johnny cogió su fusil, con guion de Luis Buñuel y Dalton Trumbo, guionista perseguido por la Caza de brujas anticomunista y que se animó a ejercer también de director de la adaptación de su propia novela. Johnny cogió su fusil, alegato antibelicista publicado en 1939 y cuyo título hace referencia a la frase propagandística “Johnny agarra tu fusil”, usada para alentar a los jóvenes estadounidenses a alistarse al ejército, fue retirada del mercado tras la invasión de Alemania de la Unión Soviética.

Fue Sutherland quien tuvo la idea de que cada actuación de Fuck The Army Show acabara con él leyendo la novela de Trumbo. Y lo que leía ante los soldados es este incendiario y revolucionario texto: “Recuerden bien esto, ustedes que planean la guerra. Recuerden esto, patriotas, feroces engendradores de odio, inventores de consignas. Somos hombres de paz, hombres que trabajan y no queremos peleas. Pero si destruyen nuestra paz, si nos quitan el trabajo, si tratan de enfrentarnos unos contra otros, sabremos qué hacer. Si nos dicen que hagamos del mundo un lugar seguro para la democracia, los tomaremos en serio y, por Dios y por Cristo, lo haremos. Usaremos las armas que nos imponen, las usaremos para defender nuestras propias vidas”.  
 

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No solo Fonda y Sutherland se jugaron sus carreras en Hollywood, también los miles de soldados que acudieron a la llamada del Fuck The Army Show se arriesgaron a la disciplina oficial por asistir a un show contra la guerra. De hecho, muchos fueron amenazados y fotografiados. El CID (Criminal Investigation Division, la CIA del Ejército) siempre sacaba fotos entre los asistentes. Aun así, evitaron el miedo, igual que muchos ciudadanos que abrieron sus casas a los militares para que pudieran pasar la noche y evitar regresar a las bases.

Entre marzo y diciembre de 1971, Fuck The Army Show fue visto por miles de soldados cerca de las principales bases militares americanas (en Carolina del Norte, California, Washington, Texas, Idaho, Nueva Jersey y Hawái). Al año siguiente, se estrenó el documental F.T.A., dirigido por Francine Parker, que siguió con sus cámaras a Fonda, a Sutherland y a sus colegas en Hawái, Filipinas, Okinawa y Japón. El filme también acaba con Sutherland leyendo a Trumbo.

Por desgracia, de poco sirvió la contrapropaganda del Fuck The Army Show. Antes de abandonar Vietnam, Estados Unidos arrasó la zona tras lanzar 7,5 millones de toneladas de bombas, 400.000 toneladas de napalm y 75 millones de litros de agente naranja. El resultado: más de 2,5 millones de muertos.