Francia

AMFIS 2024: La Francia Insumisa se prepara para la batalla presidencial contra la extrema derecha

En Châteauneuf-sur-Isère, en el sureste de Francia, La Francia Insumisa organizó sus universidades de verano (AMFIS) del 22 al 25 de agosto
lafranceinsoumise.fr
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Una multitud impresionante —más de 3.000 personas— se aglutina en la entrada del Palacio de Congresos de Valence, un inmenso recinto construido en medio de los campos, en el paisaje seco y rocoso del sureste de Francia. Un fuerte mistral sopla incesantemente por la zona. A la orilla de un pequeño lago artificial, algunos pocos individuos pasean entre los puestos y las barras instaladas por las organizaciones cercanas a La Francia Insumisa. En la sala, la excitación es máxima: se espera la toma de palabra de Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa. A su entrada en escena, el orador es ovacionado con un entusiasmo amplio.

Sin embargo, en este viernes 23 de agosto, la hora es grave. Unas horas antes, las negociaciones entre los representantes del Nuevo Frente Popular (NFP) y el presidente Emmanuel Macron fracasaron sin que siquiera se pudiera llegar a una verdadera discusión. Para el jefe de estado, el asunto estaba claro desde el principio: no había forma de nombrar a Lucie Castets de Primera Ministra para aplicar un programa de izquierda al que le tiene un odio visceral. Unos días después, Macron anunciará en un comunicado enigmático su deseo de hacer "acuerdos más amplios", es decir, gobernar con las otras fuerzas de derechas.

La Francia Insumisa tiene la intención de lanzar la batalla presidencial de 2027

Jean-Luc Mélenchon ya lo tenía claro y el mismo día intentó poner al campo macronista frente a sus contradicciones abriendo la puerta a un gobierno de izquierda sin ministros de LFI. Durante varios días, en una maniobra mediocre, el campo macronista intentó justificar su negativa a nombrar a Lucie Castets como Primera Ministra y a aplicar un programa que incite a una mejor distribución de la riqueza debido a la posible presencia de ministros de LFI. La hábil maniobra de Mélenchon permitió levantar la liebre: para el campo macronista, ningún compromiso, por pequeño que sea, es posible; se trata de seguir sirviendo sin límites los intereses del capital y silenciar toda oposición.

Pero en su discurso, el macronismo, sus torpezas y sus vapores putrefactos ya no son el principal peligro que el orador señala. Frente a la multitud, tras una clase magistral que asocia geopolítica, economía y análisis de la situación del país, Jean-Luc Mélenchon lanza una advertencia solemne: "La derecha y la extrema derecha preparan una alianza para 2027", La Francia Insumisa tiene la intención de lanzar la batalla presidencial de 2027.

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La desaparición del macronismo a favor de la extrema derecha

Las últimas elecciones legislativas confirmaron el fuerte ascenso de la extrema derecha, que alcanzó el 33% de los votos en la primera vuelta, un récord sin precedentes, a pesar de su derrota en la segunda vuelta. Jean-Luc Mélenchon subraya que el auge de la extrema derecha se inscribe en un contexto mundial de retroceso de la democracia, y esto por dos razones. En primer lugar, en un contexto de endurecimiento de la competencia mundial, el mantenimiento de la acumulación de capital requiere traspasar las reglas democráticas y los derechos humanos. Además, el neoliberalismo, por su indigencia y su promoción descarada de los intereses de una pequeña oligarquía en detrimento de la mayoría, genera un creciente rechazo que se manifiesta en una verdadera crisis de autoridad que pone en peligro la estabilidad social: para los ciudadanos desposeídos, las tentaciones de rechazar el sistema en bloque aumentan a medida que la normalidad y lo cotidiano se vuelven insoportables.

La extrema derecha aparece para las clases dominantes como una respuesta que permite tanto reprimir la contestación y relegitimar la autoridad del sistema, reconectando con una parte de las clases medias y populares en torno a un discurso racista

El autoritarismo, que se expresa bajo Macron mediante una represión policial sin precedentes, una propaganda mediática incesante y, sobre todo, una brutalización del parlamento y de las otras instituciones representativas, aparece como una respuesta al debilitamiento de la autoridad legítima de un estado desprestigiado por cincuenta años de neoliberalismo.

En el caos generado por el neoliberalismo, la extrema derecha aparece para las clases dominantes como una respuesta que permite tanto reprimir la contestación y relegitimar la autoridad del sistema, reconectando con una parte de las clases medias y populares en torno a un discurso racista.

En los pasillos de los AMFIS, la hipótesis de un acercamiento progresivo entre el macronismo y la extrema derecha está en todas las mentes

En una entrevista publicada en 2022, Jean-Luc Mélenchon hacía un diagnóstico pesimista de que Europa se preparaba "para deslizarse hacia la extrema derecha". La razón es bastante simple: existe una unión de hecho entre la derecha, encarnada en Francia por Los Republicanos (LR) una gran parte del macronismo, y la extrema derecha, en torno a un interés común en la represión y el racismo, pero también con crecientes convergencias en términos de programa económico. Este nuevo bloque derecha-extrema derecha en gestación pretende fracturar el bloque de centro-derecha macronista, para adquirir una hegemonía política y ganar las elecciones presidenciales de 2027. Varios elementos recientes apuntan en esta dirección. Primero, la vasta campaña mediática llevada a cabo por multimillonarios que habían inicialmente apoyado a Emmanuel Macron para respaldar al Rassemblement National (RN). Ya no se trata solo de los medios tradicionales de extrema derecha del grupo del multimillonario Vincent Bolloré que difunden la propaganda del RN, sino también de cadenas antes consideradas más centristas como BFM TV e incluso el servicio público, donde el discurso reaccionario avanza, especialmente después del despido de varias personalidades clasificadas como de izquierda. También se puede destacar el creciente surgimiento de discursos sobre temas como la seguridad, la inmigración y la represión de los movimientos sociales, que se encuentran en varios textos de leyes macronistas redactados en colaboración con el RN, como las leyes sobre asilo e inmigración y la seguridad global, que buscan aumentar el fichaje de la población y ampliar el perímetro de la legítima defensa de los policías.

En los pasillos de los AMFIS, la hipótesis de un acercamiento progresivo entre el macronismo y la extrema derecha está en todas las mentes. Los visitantes se apresuran a conferencias animadas por las figuras mediáticas del movimiento e intelectuales de renombre que discuten la posibilidad de un escenario político de este tipo. Durante la conferencia denominada "La extrema derecha, el ascenso resistible", el historiador Johann Chapoutot establece un paralelo entre la Alemania de los años 30 y la Francia de hoy ante la diputada del Val-de-Marne Clémence Guetté. El historiador menciona en particular el proceso de nazificación de la prensa bajo la dirección de un solo oligarca a partir de 1932, y sobre todo la toma de control del estado en vísperas de la catástrofe nazi por un grupo de liberales autoritarios detrás del canciller Von Papen. Este colectivo sentó las bases de una política autoritaria para evitar que la izquierda tomara el poder en un contexto de profunda crisis política y económica, gobernando por decreto en contra de la representación parlamentaria antes de ceder el poder al partido nazi para salir del callejón sin salida de la crisis.

En tierra de racismo, la sociedad debe organizarse para controlar y reprimir a seres considerados inferiores por su raza y su cultura

No muy lejos, acompañado del coordinador de La Francia Insumisa Manuel Bompard, el sociólogo italiano Stefano Palombarini subraya, cifras en mano, en una conferencia dedicada a las relaciones de fuerza entre los principales bloques políticos del país, un desmoronamiento del bloque macronista a favor del de la extrema derecha. Señala varios fenómenos recientes, como la fuga de una parte de las clases superiores y de los pensionistas hacia el Rassemblement National, y la impopularidad estructural del neoliberalismo entre las clases populares, lo que dificulta su capacidad para obtener una mayoría para reformas de desregulación. ¿Cómo explicar este declive del bloque otrora hegemónico? Stefano Palombarini recuerda que el bloque neoliberal lograba ganar el poder no solo obteniendo el apoyo de las clases dominantes, sino también seduciendo a una parte de las clases populares con un discurso fundado en el ascenso social mediante el esfuerzo individual y la igualdad de oportunidades. Sin embargo, tras 10 años de neoliberalismo a marcha forzada bajo Macron, indudablemente, las clases más desfavorecidas han salido en gran medida perdedoras y constatan la “avería” del ascensor social. Por lo tanto, se alejan este proyecto político. Con el fracaso del sueño de ascenso social masivo, el resentimiento se convierte en la fuerza principal de los grupos sociales populares previamente apuntados y seducidos, para una minoría significativa, por Emmanuel Macron. El RN se aprovecha de esta brecha prometiendo mayores sufrimientos sociales para los franceses de origen extranjero, pero también para los "casos sociales", es decir, individuos en dificultades económicas a quienes se le reprochan de vivir del cuento y de la delincuencia. Pero el otro hecho mayor es indiscutiblemente la división del bloque dominante entre un campo neoliberal clásico, que moviliza el estado para profundizar las lógicas de mercado, y un campo libertario, hostil a la existencia misma del impuesto y del estado. En Francia, un número creciente de grandes empresarios, como el magnate de la prensa Vincent Bolloré, apoyan ahora la línea libertaria en oposición al proyecto estatocapitalista de Macron y sus secuaces. Naturalmente, el mantenimiento de un bloque de izquierda de ruptura fuerte obligará al bloque neoliberal a cerrar filas con el bloque ultraderechista libertario, en un proceso similar al experimentado por Brasil y Argentina.

El antirracismo: brújula de una Francia Insumisa que quiere movilizar a la juventud

¿Cuál sería la ideología común que cimentaría a las diferentes clases de este nuevo bloque hegemónico de extrema derecha? En la tribuna, el líder de La Francia Insumisa desarrolla un punto central de la teoría política insumisa: "Ellos (la clase dirigente) necesitan el racismo para hacer aceptar el declive del proyecto democrático". Es evidente que el ascenso de las ideas racistas permite hacer aceptar una idea contraintuitiva, especialmente en un país cuyo lema es "libertad - igualdad - fraternidad", de una desigualdad estructural entre los hombres, para debilitar el estado social fundado en la universalidad de los derechos y legitimar aún más un programa libertario.

En tierra de racismo, la sociedad debe organizarse para controlar y reprimir a seres considerados inferiores por su raza y su cultura. En tal contexto, no es posible ninguna política social de envergadura, ya que esta se acusa directamente de beneficiar a personas que no lo merecen por su origen étnico. Así, ningún proyecto de sociedad humanista puede prevalecer, ya que el miedo al otro premia. Se oculta la lucha contra las injusticias al señalar un chivo expiatorio fácil, ofreciendo una explicación simplista a los problemas de la existencia, sin cuestionar nunca los intereses de las clases dominantes. Es, por tanto, lógico que, en este período de transición del neoliberalismo clásico hacia un proyecto más libertario, los medios y los políticos de extrema derecha cobren fuerza.

¿Qué respuesta dar ante la ola ascendente de una extrema derecha que se prepara para arrasar con todo? La apuesta de La Francia Insumisa no es solo crear un nuevo partido de izquierda que sea más sincero y sólido en sus convicciones, sino también promover los movimientos sociales y la autoorganización popular, con el antirracismo como brújula cardinal. Una visita rápida al espacio de los AMFIS permite descubrir numerosos stands que representan un abundante número de iniciativas militantes, populares y de movimientos sociales. Se encuentran allí organizaciones tan diversas como un grupo de militantes de barrios populares, un stand del colectivo antifascista La Jeune Garde, y otros numerosos medios militantes vinculados directa o indirectamente a La Francia Insumisa, junto con la organización de formación del partido y asociaciones antirracistas o pro-palestinas. La mayoría de estas organizaciones apuntan a públicos considerados prioritarios por La Francia Insumisa en su estrategia política y de lucha contra la extrema derecha: la juventud y los barrios populares. Constituyen una base electoral sólida y aseguran la independencia del movimiento con respecto a las fuerzas de izquierda más institucionales y socialdemócratas, a menudo inclinadas a colaborar con el centro neoliberal.

En el stand del grupo antifascista La Jeune Garde, Raphael Arnault charla con sus militantes en un ambiente relajado. Sin embargo, la elección del primer diputado directamente proveniente de la corriente antifascista en la historia de la V República había suscitado el espanto en las filas macronistas y de la burguesía. En una campaña de una violencia rara, medios y políticos de la ultraderecha, del macronismo y a veces del Partido Socialista cubrieron al joven candidato de fango: nada para impresionar al nuevo diputado, "acostumbrado a las amenazas, incluso físicas, de la extrema derecha y a la represión". Cuando algunos le preguntan si un antifa está en su sitio en la Asamblea Nacional, Raphael Arnault subraya la importancia para una izquierda de ruptura de integrar los movimientos sociales y recuerda que la cuestión unitaria ha sido central en el movimiento antifascista a lo largo de toda su historia.

La extrema derecha invade todos los espacios de debate, mediáticos y políticos, así como las calles, con enfoques diversos, para adquirir una posición socialmente dominante

Es bien la perspectiva de un temor a la llegada de la extrema derecha lo que ha animado a fuerzas de izquierda tan diferentes como La Francia Insumisa, el movimiento antifascista La Jeune Garde y el Partido Socialista a reunirse en la lista común del Nuevo Frente Popular. ¿Pero será este temor suficiente para mantener la unión?

La amenaza de una catástrofe se siente cada vez más, y no solo en el simple terreno de los medios de comunicación y las redes sociales. "Todos los días en Francia, la extrema derecha amenaza, intimida y violenta: recientemente, la casa de un alcalde fue incendiada después de que aceptara acoger un centro de recepción para personas migrantes, también hubo proyectos de atentados contra Jean-Luc Mélenchon condenados por la justicia", recuerda Raphael Arnault. En los últimos años, las violencias de extrema derecha se han multiplicado, mientras los discursos de odio contra musulmanes y militantes de izquierda se banalizaban en los canales de televisión. Cem Yoldas, portavoz de La Jeune Garde, subraya que "detrás de los grupos violentos, siempre está la extrema derecha institucional y los multimillonarios, aunque caminen por separado, golpean juntos". Jordan Bardella, propuesto para representar al Rassemblement National en 2027, ha creado un puesto en el partido para el líder de los Zouaves Paris, un grupo fascista violento que golpea en las calles de la capital francesa. Más grave aún, un militante neonazi fue reclutado personalmente por Vincent Bolloré para vigilar una de sus residencias en el Caribe.

La extrema derecha invade todos los espacios de debate, mediáticos y políticos, así como las calles, con enfoques diversos, para adquirir una posición socialmente dominante: las milicias violentas sembrando el terror contra los migrantes y las reuniones políticas de izquierda en las calles dejan lugar, en los platós de televisión, a políticos con traje asistidos por un periodismo complaciente. Esta estrategia, electoralmente rentable, ha permitido a la extrema derecha rozar el 40% de los votos... Pero incluso ante tal amenaza, no está garantizado que la actual estrategia política unitaria del Nuevo Frente Popular, que recuerda en estilo al Frente Popular de 1936, a la que se refiere y apoya Raphael Arnault, se mantenga a largo plazo.

"Encarnamos una izquierda que viene de los movimientos sociales, por mi parte, considero que una izquierda sin los movimientos sociales, es otra cosa", subraya el diputado Arnault. Entre La Francia Insumisa y el Partido Socialista, no se trata solo de divergencias programáticas, sino de enfoques diferentes en cuanto a la forma de organizar la cultura militante. La Francia Insumisa apuesta por el dinamismo y el empoderamiento de la juventud y los movimientos sociales para contrarrestar el individualismo y la anomia que favorecen a la extrema derecha, mientras que el Partido Socialista se apoya en políticos profesionales formados para gestionar las administraciones locales y tranquilizar a un electorado de pensionistas. Recientemente, miembros de la derecha del Partido Socialista han propuesto un nuevo enfoque para resolver el bloqueo político causado por la negativa de Macron a nombrar a Lucie Castets como Primera Ministra. Su objetivo apenas velado sería abandonar la estrategia unitaria del Nuevo Frente Popular para llegar a acuerdos con los diputados del campo macronista.

Centralidad de los barrios populares de la “banlieue”

Es en los barrios populares donde la simbiosis entre los movimientos sociales y La Francia Insumisa parece operar de manera más eficaz. En la ciudad popular de Bobigny, en la periferia parisina, Aly Diouara fue elegido diputado por la organización "La Seine-Saint-Denis en el corazón" con la ayuda de La Francia Insumisa, frente a la disidente Raquel Garrido, apoyada por los otros partidos de izquierda en violación con los términos de la alianza. El hecho de que la voz de los habitantes de los barrios populares esté representada en la Asamblea Nacional, e incluso que puedan sentarse directamente en ella, es todavía algo bastante contraintuitivo en la Francia de 2024, incluso para algunos partidos denominados de izquierda. Recientemente, una concejal socialista fue denunciada por La Francia Insumisa después de reprochar en X a uno de sus diputados, Aurélien Taché, por haberse elegido en "una reserva de indios", es decir, una ciudad donde viven muchas personas de origen inmigrante. Poco después de su elección, Aly Diouara fue fotografiado sentado en un banco de la Asamblea Nacional después de un día de trabajo. La imagen, compartida en las redes sociales, provocó una ola de odio por parte de políticos de extrema derecha, que compararon al diputado con un criminal sentado en la bancada de un tribunal penal.

Frente a un entorno político hostil, el movimiento "La Seine-Saint-Denis en el corazón" se presenta como un movimiento "político-ciudadano" que pretende poner en primer plano las preocupaciones de los habitantes de los barrios populares. Su presencia en la Asamblea Nacional permite abordar temas a veces descuidados por los militantes de izquierda procedentes de las clases medias. Así, frente a los militantes de La Francia Insumisa, Aly Diouara aborda el problema de las peleas entre bandas y señala la responsabilidad de las políticas de austeridad en el aumento de la violencia: la disminución de las estructuras de acogida para jóvenes y de los mediadores ha debilitado las organizaciones que luchaban contra las formas específicas de violencia observadas entre los jóvenes de los barrios desfavorecidos, vinculadas a un apego identitario y conflictivo al territorio, a menudo percibido como un giro del estigma de la marginación social. Un militante cercano a la organización afirma: "En los barrios desfavorecidos, tenemos que luchar más que los demás, tenemos concretamente menos derechos, nos encontramos con obstáculos cuando reclamamos, por ejemplo, los subsidios familiares, ¡aunque sea un derecho universal!". "Ayudar a los habitantes a reivindicar sus derechos, inscribirlos en las listas electorales a pesar de los obstáculos y luchar contra los arrendadores negligentes para mantener viviendas dignas es parte de nuestras acciones", precisa el militante. Colectivos de lucha contra el racismo y la violencia policial, movimientos de acceso a derechos y medios ciudadanos: en los barrios populares, la sociedad civil se organiza y no faltan movimientos sociales. Sin embargo, se enfrenta más que en otros lugares a la falta de recursos, a la ausencia de apoyo por parte de las administraciones locales y a la desconfianza y represión del estado, lo que complica su posibilidad de inscribirse en la política institucional.

Así, La Francia Insumisa ha hecho de la promoción de las luchas y de los militantes procedentes de barrios populares una de sus prioridades. La organización busca, en primer lugar, movilizar a los abstencionistas que tienen un interés de clase en votar insumiso, para que una parte del bloque popular aún excluida del juego político pueda estar representada institucionalmente. Pero, sobre todo, se trata de destacar temas propios de las clases populares urbanas: la lucha contra la violencia policial, la creolización, capaces de contrarrestar el discurso hegemónico de la extrema derecha en los medios, donde la voz de los barrios populares es sistemáticamente apartada para que se despliegue un discurso dominante estigmatizante, racista y odioso. La promoción de los barrios populares es así un tema fundamental en la estrategia de lucha contra el racismo y su centralidad en el proyecto neoliberal.

Así, en 2020, para preparar el terreno, Jean-Luc Mélenchon lanzó el Instituto La Boétie, que pretende ser "un lugar de elaboración intelectual de alto nivel y una herramienta de educación popular". Desde entonces, el líder de La Francia Insumisa ha dejado la presidencia del grupo parlamentario en la Asamblea Nacional para dedicarse al desarrollo de este organismo de formación. En los AMFIS, sus equipos están ampliamente presentes y disponen incluso de un stand que les está dedicado. Su prioridad: "colaborar con académicos" para crear un espacio donde los militantes tengan "la posibilidad de formarse, de obtener una visión global de la sociedad". Recientemente, el instituto lanzó una escuela de formación que acoge cada semestre a una promoción de 70 estudiantes, para formaciones de diez fines de semana cada seis meses; ya se han formado tres promociones. "El instituto está abierto a todos, cualquiera que sea el criterio de ingresos", subrayan los militantes presentes. Sin embargo, la escuela de formación trabaja a que estén sobrerrepresentados los estudiantes con nivel de estudios de bachillerato y con bajos ingresos: la ambición es claramente dar prioridad a los militantes de las clases populares, especialmente de los barrios populares urbanos. La escuela de formación aparece así como una de las piedras angulares de la estrategia de movilización de los barrios populares teorizada por Jean-Luc Mélenchon, capaz de movilizar el bloque invisible, el de los abstencionistas, y conquistar el poder. Sus estudiantes se unirán al grupo de nuevos cuadros militantes que recorrerán el país puerta a puerta, mercado tras mercado, lucha tras lucha, para convencer a los franceses de pasar una página triste de su historia. Para La Francia Insumisa, la batalla presidencial de 2027 ha comenzado.