Alemania

Olaf Scholz normaliza las devoluciones en caliente

Alemania suspende el tratado de Schengen de forma temporal mientras la oposición cristianodemócrata, la CDU, pide más mano dura
Bundespolizei
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Hay una expresión en alemán que se traduce de forma literal como “romperse los diques de contención” y significa acabar con tabúes. En estos días, en los que asistimos a inundaciones en media Europa y a la rotura literal de diques por las lluvias, la frase está en boca de todos en la capital alemana para referirse a otro tema: el avance de la extrema derecha. Uno de esos tabúes se rompió este lunes desde la medianoche. El gobierno de coalición de socialdemócratas del SPD, verdes de Die Grünen y liberales del FDP ha reintroducido controles de documentación en todos los accesos terrestres al país con el fin de frenar la inmigración sin papeles. La libertad de circulación, recogida en el Tratado de Schengen de la Unión Europea, se ve de este modo suspendida.

“Se solicita a los viajeros y trabajadores transfronterizos que lleven consigo un documento de identidad, como el documento nacional de identidad o el pasaporte”, escribía el Ministerio del Interior en un comunicado emitido el sábado, en el que asegura que “no se realizarán controles generalizados, sino específicos, con el fin de combatir la delincuencia transfronteriza y seguir limitando la migración irregular”. También señalaba que “se busca minimizar las interrupciones en el tráfico de viajeros, trabajadores transfronterizos, así como en la economía y el comercio”. No obstante, reconocía que “no se pueden descartar interrupciones temporales en el tráfico transfronterizo”.

El primer ministro, Donald Tusk, aseguró en la red social X que: "el único medio para detener la inmigración irregular es controlar eficientemente las fronteras exteriores de la UE. No las fronteras internas"

En la práctica, los controles fronterizos suponen una suspensión unilateral del tratado de Schengen de la Unión Europea y lo han excusado aludiendo a una excepción contemplada en el mismo que hace referencia al caso de que se dé una “amenaza grave”. El Ministerio del Interior justifica la medida de la siguiente manera: “se debe tener en cuenta la carga total que enfrenta Alemania, especialmente las capacidades limitadas de los municipios para el alojamiento, así como en los sectores educativo e integrador, debido a la acogida de 1,2 millones de refugiados de guerra de Ucrania y la migración de asilo en los últimos años”.

El semanario Der Spiegel publicaba este fin de semana, coincidiendo con el inicio de los controles fronterizos, un reportaje de investigación sobre el albergue para refugiados en el antiguo aeropuerto de Tegel, donde miles de personas han estado alojadas durante casi dos años en condiciones que, al parecer, son muy deficientes. No es éste más que un ejemplo de la situación en que se encuentran muchos lugares a lo largo y ancho del país. La medida ha enojado a los vecinos polacos. El primer ministro, Donald Tusk, aseguró en la red social X que: "el único medio para detener la inmigración irregular es controlar eficientemente las fronteras exteriores de la UE. No las fronteras internas". Scholz ha llamado por teléfono, según cancillería, a los mandatarios de los países que tienen frontera con Alemania para explicarles la medida y tratar de calmar los ánimos.

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Triunfa el discurso de la extrema derecha

A quien no ha molestado es al gobierno de extrema derecha de Victor Orbán, que ya realiza estos controles desde hace tiempo. Orbán se alegraba en la red X de la decisión del socialdemócrata Scholz: “Ahora que incluso el @Bundeskanzler Scholz está pidiendo estrictos controles fronterizos, creo que debemos hablar del elefante en la habitación: ¿cómo es posible defender las fronteras exteriores de la UE si quienes lo hacen son castigados por la Comisión Europea? #StopMigration”, escribió en un tweet, y en otro añadía: “Bienvenido al club”.

La ministra del Interior, Nancy Faeser, ha utilizado la retórica de la extrema derecha para justificar los controles en las fronteras:  “Queremos seguir reduciendo la migración irregular, detener a los traficantes de personas, acabar con los criminales y detectar y detener a los islamistas a tiempo”. La política del SPD aseguró asimismo que su gobierno ha previsto contratar a 1.000 policías nacionales más al año para llevar a cabo la tarea de vigilar las fronteras, aunque los sindicatos de la policía habían pedido al menos 5.000 plazas más.

La extrema derecha de Alternativa por Alemania, AfD, utiliza a la inmigración como comodín para azuzar el odio y ganar votos

Durante el debate parlamentario del miércoles, al respecto de la medida, la todavía jefa de Die Linke, Janine Wissler, fue la única con un tono diferente y señaló:  “Esas son las lecciones que tenemos que aprender de la Segunda Guerra Mundial: que a las personas perseguidas hay que ofrecerles cobijo y protección, asilo”. Además, recordó que la inmigración no es el peligro, sino la extrema derecha.  “Es al revés: las personas con un bagaje migratorio son quienes se encuentran en peligro, ya que cada día tienen lugar en este país unos diez ataques racistas porque dichas personas tienen aspecto de supuestamente no ser alemanes”. Y y calificó el debate como una “competición por ver quién es más mezquino”.

La extrema derecha de Alternativa por Alemania, AfD, utiliza a la inmigración como comodín para azuzar el odio y ganar votos. Recordemos que en las pasadas elecciones regionales ganó la extrema derecha en el primer estado por primera vez después de la II Guerra Mundial y el fin de semana que viene ocurrirá lo mismo en Brandenburgo, donde pronostican una victoria del partido AfD con el 29% de los votos. El discurso contra la inmigración ha calado fuerte en la sociedad alemana. El partido de la ex-política de Die Linke Sahra Wagenknecht también se ha sumado desde su creación a dicha retórica basada en la limitación del número de solicitantes de asilo. Dicha formación es, por otra parte, la que con mayor claridad ha apuntado a la guerra en Ucrania como la principal causa de creación de refugiados y ha pedido desde el principio el cese en el envío de armas a Ucrania.

Las asociaciones de ayuda a los refugiados han advertido que la práctica de devoluciones en caliente en la frontera es muchas veces ilegal

El gobierno alemán argumenta que quiere controlar la inmiración ilegal mientras realiza acuerdos con países concretos para traer a trabajadores cualificados para determinados sectores donde hay carencia de mano de obra. En realidad, el gabinete de Scholz sabe que el mayor número de refugiados son los ucranianos. El viernes, la ministra del interior presentaba un acuerdo de cooperación con Kenia, según el cual se pretende atraer personal cualificado del país a cambio de que Kenia acoja a personas que no tienen derecho a estar en Alemania, que en este momento son unas 800. Una cifra más bien simbólica, si se tiene en cuenta el esfuerzo que realiza el estado keniano para formar a sus profesionales, quienes recibirán facilidades para permanecer en Alemania, realizar una formación profesional o cursar estudios. El domingo, presentaba un acuerdo similar con Uzbequistán.

Las devoluciones en caliente son ilegales

La oposición conservadora pide aún más mano dura. El presidente del grupo parlamentario de la Unión Demócrata Crisitiana de Baviera, la CDU, Alexander Dobrindt, tachó los controles de “ser totalmente insuficientes“ en declaraciones al periódico Bild este lunes, Dobrindt y pidió “rechazos completos en las fronteras”. Si el gobierno se niega a realizarlos, entonces es porque “acepta el flujo ilimitado hacia Alemania”.

Desde hace meses, el gobierno alemán había ordenado controles esporádicos en los puestos fronterizos terrestres con Polonia, la República Checa, Austria y Suiza. Según datos oficiales, en la primera mitad de 2024 la policía alemana detectó a 42.300 personas sin papeles en regla, y 21.600 fueron devueltas al otro lado de la frontera. Este último número se refiere tanto a refugiados como a personas cuyo visado no está actualizado, por ejemplo. “Desde octubre de 2023 hubo un 20 % menos de solicitudes de asilo y un 20 % más de deportaciones”, se vanagloria el Ministerio del Interior.

Las asociaciones de ayuda a los refugiados han advertido que la práctica de devoluciones en caliente en la frontera es muchas veces ilegal: “Si una persona solicita asilo tras su entrada en Alemania, bajo ninguna circunstancia se le puede devolver directamente a un país vecino sin un procedimiento administrativo”, escribe al respecto el Consejo para los Refugiados de Baviera, el Bayerischer Flüchtlingsrat. “Esto aplica incluso en el caso de que la persona no haya cumplido originalmente con los requisitos de una entrada legal”, constata la organización. La policía federal debe, en dichos casos, remitir a la persona solicitante de protección a la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF) según establece el Reglamento de Dublín.