Israel

Tanques israelíes irrumpen por la fuerza en el cuartel general de las fuerzas de paz de la ONU en Líbano

El altercado terminó con 15 cascos azules heridos, Netanyahu culpando al Secretario General de Naciones Unidas y la ONU y la UE volviendo a cruzarse de manos pese a la escalada del conflicto

tanques-libano Ayal Margolin/JINI / Xinhua News / ContactoPhoto
Ayal Margolin/JINI / Xinhua News / ContactoPhoto

La escalada militar que está llevando a cabo Israel en Líbano sigue aumentando a niveles terroríficos que no se conocían desde 2006. Después de que las fuerzas israelíes (FDI) hicieran explotar mortalmente miles de beepers y otros aparatos electrónicos a finales de septiembre, asesinando a miles de personas, y bombardearan repetidamente Beirut, se decidieron a invadir la zona sur del país. Para ello cruzaron la Línea Azul, frontera establecida por la ONU en el año 2000, supervisada hasta ahora por la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (UNIFIL, por sus siglas en inglés), en la que participan 50 países y más de 10.000 soldados, 669 de los cuales son españoles.

Pretendiendo volver a saltarse el Derecho Internacional, el primer ministro israelí Netanyahu exigía a principios de mes que los cascos azules se retirasen de la zona para poder lanzar ataques todavía más intensos contra las milicias de Hezbolá, aunque como siempre, las principales víctimas vuelven a ser civiles, que ya superan los 3000 asesinados por los bombardeos a zonas densamente pobladas (incluida la capital) y más de un millón de desplazados en las últimas 3 semanas. La UNIFIL, negándose a abandonar su cuartel general, también ha resultado ser víctima de los ataques sionistas, y la madrugada del domingo fue el peor momento que vivieron hasta la fecha.

En un comunicado en redes, UNIFIL contaba que cascos azules habían avistado el domingo muy temprano a varios soldados israelíes cruzar la Línea Azul. Poco después de ello, sobre las 4:30 de la madrugada, dos carros de combate de las FDI “destruyeron la posición donde se situaba la entrada principal y entraron por la fuerza” a uno de los cuarteles de la misión de paz internacional. Los cascos azules consiguieron a los pocos minutos que los tanques dejaran aquel lugar alertando que “ponían en peligro a las fuerzas de paz”. Sin embargo, horas después, en el mismo lugar, la UNIFIL registró a escasos metros el fuego de varios disparos que emitían humo, lo que dejó a 15 miembros de la misión de paz con “irritaciones en la piel y reacciones gastrointestinales”. La organización ya ha alertado de que allanar una posición de las Naciones Unidas es una “flagrante violación del derecho internacional y de la resolución 1701 (2006) del Consejo de Seguridad”, y han solicitado una explicación directa por parte del ejército israelí.

Netanyahu ha culpado de la situación al Secretario General de Naciones Unidas António Guterres por haber “rehusado a evacuar a los soldados de UNIFIL” y convertirlos en “escudos humanos de Hezbolá”. El primer ministro se atrevía también a equiparar esta situación con el genocidio que están cometiendo en Gaza las fuerzas israelíes, afirmando que lo que Hezbolá está haciendo supuestamente con los cascos azules es lo que hace “Hamás en Gaza usando a la UNRWA como escudo humano”. Que sea cierto o no nunca fue relevante para Netanyahu, quien ha seguido apostando por arrasar a las poblaciones de estos dos países que hacen frontera con Israel, como recientemente ha vuelto a demostrar bombardeando un hospital en Deir el-Balah, un campo de refugiados por el centro de Gaza, quemando vivos a decenas de palestinos que residían en tiendas de campaña.

La respuesta que han dado las FDI no ha sido mucho más elocuente. El general israelí Yeftah Norkin, que participa en la invasión del sur de Líbano, declaraba que los ataques contra las posiciones de la UNIFIL se trataban de “errores”, no de ataques deliberados, y que eran fruto de un “entorno de combate complejo” por la guerra que están librando contra Hezbolá. Más allá de lo inverosímil que resulten dos carros de combate irrumpiendo por “error” en uno de los cuarteles de los cascos azules en Líbano, aún resulta más difícil de creer que no se esté presionando a la UNIFIL y al Consejo de Seguridad para que se retiren de la región. Con el ataque del domingo, ya van más de cinco ataques contra posiciones de las Naciones Unidas la última semana y una veintena de soldados de la misión de paz heridos.

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Las críticas internacionales no han tardado en llegar. Borrell, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, condenaba enérgicamente al Gobierno de Tel Aviv; incluso líderes de extrema derecha como Giorgia Meloni han mantenido conversaciones con Netanyahu sobre la “inaceptabilidad de que la UNIFIL sea atacada por las Fuerzas Armadas israelíes”. Sin embargo, lo que siguen sin aparecer en el horizonte son las sanciones, los embargos comerciales y militares y las rupturas diplomáticas con el Estado sionista.

Por muchas críticas provenientes de los ejecutivos europeos, debe recordarse que muchos de ellos han seguido exportando armas a Israel después del 7 de octubre (Alemania principalmente, pero también Italia, Francia o España). En España, por ejemplo, numerosas empresas, bancos y universidades siguen manteniendo sólidos vínculos con Israel a día de hoy, como reveló hace poco el Centre Delàs con la inversión y la concesión de crédito por parte de entidades financieras españolas a empresas armamentísticas que comercian con Israel. La falta de respuestas contundentes y la complicidad de los Ejecutivos de Europa, EEUU y el resto de Organizaciones Internacionales ha permitido, entre otras cosas, la continuación del genocidio contra la población palestina, la invasión militar contra Líbano y los bombardeos indiscriminados contra otros países como Siria o Yemen.