Golpe al valencianismo: Peter Lim, el yerno de Roig, Catalá, Borja Sanjuán y Papi Robles

Aficionados del Valencia CF protestan contra la gestión de Peter Lim — Jorge Gil / Europa Press
Aficionados del Valencia CF protestan contra la gestión de Peter Lim — Jorge Gil / Europa Press
De igual manera que en Madrid hay alfombra roja para los pelotazos urbanísticos de Florentino Pérez, aquí en València la alfombra roja es para la familia Roig

Peter Lim, el dueño del Valencia CF, nos ha ganado un partido al valencianismo y a València. Con goleada y humillación política incluida en un partido amañando. Habrá quien legítimamente pase del fútbol y piense que no es un tema político de primer orden, cosa en la que discrepo. Yo, personalmente, aborrezco la maraña comercial en la que se ha ido convirtiendo el fútbol moderno pero aún así, todavía late la pulsión futbolera. Y por otra parte, es innegable el impacto del fútbol en la sociedad: la selección femenina con sus logros ha impulsado cambios feministas, ha empoderado a muchas mujeres y ha hecho entender a muchos hombres lo que es el consentimiento, los jugadores de la selección francesa pidiendo parar a la ultraderecha, Carvajal negando el saludo a Sánchez y fotografiándose con ultraderechistas, la selección masculina dejando a sus compañeras tiradas ante el abuso de Rubiales… y podríamos seguir con las gradas ultras, los pactos que se cierran en los palcos, la bandera ucraniana en los partidos de la liga y la prohibición de la bandera palestina o, desde la perspectiva municipalista, el impacto que las acciones de los clubes tienen en las ciudades, como es el caso del estadio del Nuevo Mestalla en València.

Este martes pasado, con los votos de Catalá (PP), Borja Sanjuán (PSPV) y Papi Robles (Compromís), el pleno del Ayuntamiento de València aprobó las fichas urbanísticas del Nuevo Mestalla, uno de los proyectos faraónicos truncados de la época Francisco Camps y Rita Barberá. Una propuesta de Borja Sanjuán que han vendido como una garantía para que Peter Lim no coja el dinero y salga corriendo sin cumplir con el Valencia CF y la ciudad. Una propuesta del PSPV que viene a salvar a una Catalá a la que Vox, su socio de gobierno, había dejado tirada y que sin llegar muy bien a comprender porqué vota a favor también el Compromís de Papi Robles. O sí se entiende, después veremos.

El fútbol es un deporte colectivo, un deporte de once contra once en el cual en València, en los últimos diez años, siempre gana Peter Lim. Pero nadie gana un partido solo, hay todo un equipo que ataca en conjunto, que toca de banda a banda la pelota, que genera espacios, que presiona, que bascula y que se sostiene y se apoya en defensa. Se parece a la política. En otras palabras, Peter Lim no ha ganado este partido solo, ni siquiera es la estrella de este partido.

El embrollo principalmente es urbanístico, (aunque de fondo hay un grave conflicto social y deportivo en el valencianismo contra la propiedad, Peter Lim, y que tiene importantes conexiones políticas). Un conflicto urbanístico que es de altura: el esqueleto de hormigón de un estadio que iba a ser el mejor de Europa cuyas obras llevan paradas 15 años y que ahora, si llega a construirse, será un estadio low cost; unas licencias de obra caducadas que el ayuntamiento no da por caducadas pero que dará por caducadas si el árbitro le pita un penalti en contra al Real Madrid, cosa poco probable; un acuerdo del Consell que derogaba la ATE (el instrumento jurídico-urbanístico de la Actuación Territorial Estratégica en que se basa la obra) pero que importa menos que los Derechos Humanos en Gaza, etc. Pero la jugada maestra, el pase al hueco para dejar solo al delantero frente al portero y meternos el gol a placer, son los aprovechamientos lucrativos de los terciarios, es decir, el uso del suelo con fines comerciales. Es casi un pase de la muerte.

En resumidas cuentas, la situación era la siguiente: mientras Peter Lim no cumpliera con todos los términos de la ATE y cumpliese con sus obligaciones también con la ciudad de València, como el polideportivo del barrio de Benicalap, no podría aprovechar los terciarios. Peter Lim, que no es tonto y que compró el Valencia CF para forrarse, decía: dejadme vender y aprovechar los terciarios, que es donde está el dinero, y acabaré el Nuevo Mestalla, sino la obra seguirá parada (lo que viene siendo un chantaje en toda regla y sin ninguna garantía pues Lim no se caracteriza precisamente por cumplir). Y ahora, con el acuerdo de este martes del PP y “la progresía valenciana y valencianista” de PSPV y Compromís, Peter Lim ha conseguido lo que quería, los aprovechamientos terciarios sin aportar garantías de nada. Mientras tanto PP, PSPV y Compromís nos cuentan que el acuerdo es muy garantista y que aprobar las fichas urbanísticas era el mal menor. El malmenorismo como argumento para finalizar mal las cosas que llevan años gestionando peor que mal.

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¿Por qué Catalá, Borja Sanjuán y Papi Robles han votado a favor de semejante esperpento y se meten un gol en propia puerta? Recuerdo perfectamente, porque yo participaba en el debate organizado por la asociación  Libertad VCF representando a Podemos, que había consenso en no darle ningún derecho urbanístico a Peter Lim a menos que cumpliese con el Valencia CF y la ciudad en todas sus obligaciones. Había consenso contra la actuación chantajista Peter Lim. También había consenso en apoyar al valencianismo para echarlo y bueno, ahí está. ¿Pero qué ha pasado entonces? Realmente no es tan difícil de imaginar, solo hay que seguir el rastro del lucro para entender lo que hacen PP, PSPV y Compromís. ¿Saben quién es el más que posibles comprador de los terciarios del Nuevo Mestalla? Atitlan, el fondo de inversión de Roberto Centeno, para quienes no lo conozcan, el yerno de Juan Roig (Mercadona).

De igual manera que en Madrid hay alfombra roja para los pelotazos urbanísticos de Florentino Pérez, aquí en València la alfombra roja es para la familia Roig. Centeno, el yerno de Roig, y su fondo de inversión, Atitlan, son los beneficiados por la aprobación de las fichas urbanísticas, es decir, la clase política valenciana que tanto cuida a sus “capitalistas despiadados” valencianos no iba a pasar por alto esta cuestión llegado el momento de la verdad. Es decir, el PP y las izquierdas municipales de València han escuchado el toque de corneta de los Roig y se han cuadrado ante el poder. Si ha habido llamadas, reuniones, intercambios de prisioneros o bodas para juntar familias valencianas de bien no lo sabemos, solo lo imaginamos. La defensa de València y del Valencia CF se ha resquebrajado (esto con Carboni y Ayala no pasaba). Y eso de “Peter Lim Go Home” que defendían en campaña se ha quedado, ¡oh sorpresa!, en poliqueo del malo porque a la hora de la verdad manda quien manda.

Da igual que hace un mes Borja Sanjuán dijera que sin garantías no se le daba nada a Peter Lim, da igual que ahora Papi Robles diga que igual es mejor que el Valencia CF abandone el esqueleto del Nuevo Mestalla y se quede en el Mestalla de más de un siglo de historia. A buenas horas mangas verdes, después de ocho años de gobierno con el conflicto podrido. Todo esto da igual, porque a la hora de la verdad, ni siquiera es que mande Peter Lim, o que sea un canalla aliado con Mendes (el representante de Cristiano Ronaldo) que han venido a forrarse a costa de nuestro Valencia CF. Al final, el negocio del yerno de Roig tenía que salir, y ha salido, y cuando el árbitro pita el final del partido, ese parece que es el verdadero consenso político en València: al empresariado valenciano, se llame Roig, Centeno o Boluda, se le concede todo y no se le lleva la contraria. Ojo, la vida es larga y el fútbol siempre concede la revancha tarde o temprano, y rendirse… no es una opción.

Amunt València!

¡Peter Lim Go Home!