¿Para qué la polémica ampliación del puerto de València?

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Rober Solsona / Europa Press
Rober Solsona / Europa Press
Mientras PP y PSOE le venden argumentos falaces al pueblo valenciano, mientras unos cuantos se frotan las manos porque se van a forrar, avanza la amenaza y el sinsentido de esta polémica ampliación

En el primer Consejo de Ministros de este gobierno de PSOE y Sumar aprobaron la polémica ampliación del puerto de València. El ministro Óscar Puente, azote en redes sociales de la derecha, brindaba con cava por ello con el presidente de la Generalitat, Mazón, y la alcaldesa de València, Catalá, ambos del PP. No se llevan tan mal cuando hay contratas y dinero público de por medio. La semana pasada la autoridad portuaria aprobaba por 600 millones de euros la licitación para las obras de la ampliación en favor de la UTE de Acciona, Bertolín y Jan de Vul. El mayor atentando ecológico se va consumando en València pese a la oposición de la sociedad civil e incluso pese a que el TSJ de Madrid obliga a su paralización.

Comenzaba este artículo con una pregunta: ¿para qué una ampliación del puerto de València? Empezaba así porque creo que es la pregunta correcta.

Cada vez que la autoridad portuaria publica una nota de prensa, encarga un estudio, le unta con publicidad a Las Provincias o a El Levante o algunos de sus integrantes realiza una declaración pública, la polémica ampliación crea más puestos de trabajo, así, de la nada. Si bien es cierto que durante las obras se crearía empleo, es igual de cierto que ese empleo es temporal y muchos de sus trabajos serían precarios. ¿Y creará trabajo a largo plazo? Pues los sindicatos de estiba no solo hablan de que no se creará empleo sino que alertan incluso de la posible destrucción de puestos de trabajo porque la nueva terminal, de llegar a construirse, sería una terminal robotizada. Es decir, el argumento del empleo, no sirve, es falso.  ¿Entonces para qué? ¿Para dar respuesta a las necesidades económicas del País Valencià como ha dicho el ministro Óscar Puente?

Desde luego no, no hay un solo indicador industrial o económico que invite a pensar que la economía del País Valencià, o incluso la de España, necesite que el puerto de Valencia doble su capacidad. Todavía se hace más incomprensible esta ampliación cuando uno entra al detalle del proyecto y comprende que la nueva terminal que va a operar la multinacional MSC se va a dedicar en gran medida a contenedores en tránsito, es decir, a contenedores vacíos que ni traen mercancía de otro lugar ni se llevan mercancía de nuestras industrias a otros países. En otras palabras, no va a dejar riqueza en el País Valencià.

¿Y por qué tanta presión de PP, PSOE y patronal para hacer esta enorme infraestructura? ¿Para qué una tremenda inversión que además pone en peligro las playas de sur de València, la Albufera y la salud de las valencianas y los valencianos?

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Sencillamente porque hay una millonada por el camino que se van a embolsar unos cuantos, los de siempre, los de arriba. Por lo pronto Acciona, Bertolín y Jan de Vul ya tienen un contrato de 600 millones y si se llega a paralizar la ampliación, como ocurrió con el Castor de Florentino Pérez, posiblemente nos tocará indemnizarles. Un negocio redondo, menos para las arcas públicas. Por otro lado, MSC está a punto de lograr una terminal hecha a la medida de sus intereses en el Mediterráneo y pagada con dinero de todas y todos. Hay que recordar que uno de los mayores impulsores de esta ampliación, el empresario valenciano Vicente Boluda, es integrante de la autoridad portuaria y sus empresas están conectadas en el accionariado con MSC. ¡Ata cabos, marinero! ¿Y por qué tanto empeño del PSOE en sacar la ampliación adelante? Imagino que nada tendrá que ver qué Felipe González, el expresidente socialista del gobierno, fuera nombrado por Vicente Boluda consejero independiente en una de sus empresas de remolcadores.

Mientras PP y PSOE le venden argumentos falaces al pueblo valenciano, mientras unos cuantos se frotan las manos porque se van a forrar, avanza la amenaza y el sinsentido de esta polémica ampliación. Da igual que las playas del sur estén en continuo retroceso por la acción del puerto y del dique de abrigo de esta ampliación ya construido en 2012. No parece importarles que la Albufera esté en riesgo de salinización, lo que implicaría perder la Albufera tal y como la conocemos y perder sus usos tradicionales. Tampoco es importante el previsible aumento del número de camiones por la periferia de València y el área metropolitana con los problemas de salud que provoca el aumento de la contaminación de las zonas ya más contaminadas de nuestra ciudad. Ni tampoco importan las obras asociadas al puerto, como el acceso norte, un acceso planteado como un túnel desde las huertas de los municipios del norte de València, atravesando nuestro subsuelo y el del mar, para llegar hasta el puerto. Nos dirán que el túnel es imprescindible y lo pagaremos nosotras y nosotros. Preparemos la cartera.

Esos 600 millones de esta primera licitación, los más que posibles sobrecostes, y el gasto de las obras que después nos venderán como imprescindibles, vendrían muy bien al pueblo valenciano para impulsar nuestra industria o para apoyar al campo valenciano pues somos el territorio con más campo abandonado de España. También vendrían muy bien para poner en marcha una empresa pública de cuidados en el País Valencià. ¡Qué de locuras para invertir 600 millones!

Estamos a tiempo de parar la polémica ampliación del puerto de València. El gobierno de España debe rectificar y dar marcha atrás, así se lo pido yo con este artículo: Pedro Sánchez, detenga este sinsentido. No pasa nada por reconocer un error y darle solución, más bien al contrario, tiene la oportunidad de enmendar un error que no es suyo, a menos que lo haga suyo si lo acaba por ejecutar.

El puerto de València ya le puso un muro al barrio de Nazaret  donde antes tenía una playa. Una playa que nos quitó a todas y todos los vecinos de València para poner cemento, containers y contaminación, un muro que le robó una importante parte de su identidad al barrio de Nazaret. Esta ampliación es un proyecto anclado en el pasado y en la idea del crecimiento sin fin que imperaba antes de la crisis de la burbuja inmobiliaria, pero ese tiempo ya pasó. Ahora es el tiempo de cuidar el planeta, de preservar los espacios naturales y los espacios de producción primaria como lo es la Albufera, su laguna y sus campos de arroz. Es tiempo de apostar por la industria de cercanía y no por las complejas redes de comercio global que en los últimos años hemos visto varias veces colapsar y sobre las cuales se cierne la sombra de la más que segura escasez de combustibles de las próximas décadas. Detengamos la ampliación, cambiemos el modelo de economía y sociedad.

¿Para qué esta ampliación?, me preguntaba. Desde luego para el pueblo no, desde luego no para los intereses de las valencianas y los valencianos y mucho menos para la protección del medio ambiente. Las cosas son mucho más sencillas de lo que parecen, son mucho más sencillas de lo que quieren que nos parezcan: si esta infraestructura tiene efectos perversos sobre la naturaleza, la salud y las arcas públicas, sencillamente no hay que hacerla y hay que revertirla. Solo Ione Belarra e Irene Montero, que detuvieron este proyecto cada vez que el PSOE lo llevaba a Consejo de Ministros, solo ellas entendieron esta sencilla idea que Podem València plantea siguiendo a la sociedad civil valenciana. Ahora toca que Pedro Sánchez y Óscar Puente dejen de escuchar los cantos de sirena del PP y la patronal naviera. No son cantos de sirena, son bocinas ensordecedoras de los más grandes y contaminantes buques que vendrán y se irán de un puerto de contendores vacíos que somete con mano de hierro a València y a su gente.

No a la ampliación de puerto de València. Estamos a tiempo, estamos a tiempo todavía.