Poder Judicial

Amaya Olivas: “Es abrumador el componente de personas cuyos progenitores o incluso abuelos ya pertenecían a la carrera judicial, fiscal o notarial”

Con una magistratura cada vez más en el ojo mediático y un sistema de acceso a la judicatura en reforma en el Congreso, hablamos con Amaya Olivas, juez de lo social sobre el sistema de acceso y lo que implica ser juez

La juez Amaya Olivas — Dani Gago
La juez Amaya Olivas — Dani Gago

Antes de ayer se sustancio la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Después de casi seis años caducado y a pesar del bloqueo al que lo sometió el PP y las constantes amenazas del PSOE por reformarlo a un sistema que le permitiera una renovación con mayorías más laxas que las actuales, que al final no realizó y acabó pactando la renovación con el partido azul.

Parte de los vocales elegidos son juristas de una reconocida trayectoria, sin embargo, otra parte son jueces que previamente han tenido que pasar por una serie de pruebas, así como una Escuela Judicial para acceder a la condición de magistrado.

Este proceso es conocido dentro de aquellos que se dedican a profesiones jurídicas por ser muy difícil y exigente, tanto, que a raíz de determinadas actuaciones de algunos jueces se abrió un debate acerca no solamente de estas actuaciones, sino también del método de acceso a esta profesión, su dificultad, sesgos y demás problemas que viene presentando desde que fuera concebido.

Amaya Olivas lleva 21 años dedicada a esta profesión, la cual considera un compromiso político. En Diario Red hemos podido hablar con ella acerca de su experiencia accediendo a esta profesión, así como las distintas problemáticas que mostraba el método de acceso en el pasado y en la actualidad.

¿Cuánto tardaste en entrar desde que decidiste optar por la carrera judicial?

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Yo tarde muy poco, unos dos años y medio, pero para darte datos, la media está en los cinco años y nueve meses, son datos de la página del Consejo General del Poder Judicial.

¿Cuánto tiempo dedicabas a estudiar?

De lunes a viernes nueve horas, cinco horas por la mañana, cuatro horas por la tarde, y luego el sábado estudiaba hasta las 19 más o menos, y descansaba todo el domingo.

¿Tuviste profesores dentro de la magistratura?

Yo no tengo a nadie de la judicatura en mi familia, con lo cual, la decisión fue estrictamente política, de un compromiso muy fuerte con intentar, sobre todo, atender a aquellos sectores más vulnerables. Entonces, conocía solamente a un magistrado muy progresista y comprometido. El no preparaba, pero me paso el contacto de una persona que, sí que lo hacía, y también era una persona muy sensible, pero evidentemente todo de carácter privado, es decir, desde la pasada legislatura existen unas becas, a mi juicio, insuficientes, pero en aquel momento no existía ningún tipo de beca.

¿Ya existían por aquel entonces estas editoriales que monopolizaban el temario de las distintas pruebas?

Yo estudie con la que me recomendó el preparador, que es la que la mayoría de lo que la gente utilizaba, porque digamos que era el método más sencillo para aprobar. 

Pero también, contarte la anécdota, de que por ejemplo lo que era el bloque de constitucional yo no me lo pude estudiar, porque claro, mi padre es filosofo, venía con la formación fuerte, y claro, es que directamente estaba mal. O sea, todos los temas eran erróneos y se introducían cosas absolutamente falsas o contradictorias. Un ejemplo, es que hablaban de súbditos en vez de ciudadanos, entonces ahí tuve que hablar con mi preparador y me recomendó un temario constitucional de otro profesor y estudié por ahí. Es que los temas de derecho positivo, pura memoria, entonces claro, no tiene tantos problemas en civil y en penal, pero evidentemente en constitucional sí.

En aquel momento, ¿ya había quejas acerca del sistema de acceso? ¿Qué cambios se pedían? ¿Las asociaciones de jueces o fiscales se pronunciaron en aquellos momentos acerca de estos extremos?

Por parte de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) y la Asociación de Jueces Francisco de Vitoria (AJFV) siempre han defendido este sistema, y por supuesto el Foro Judicial Independiente (FJI).

Por parte de Jueces y Juezas para la Democracia (JJPD), desde su inicio, ya se fue poniendo en relieve que el sistema fallaba. En primer lugar, por motivos discriminatorios, es decir, que, si no tenía tu familia dinero, no podías opositar directamente, y, de hecho, en JJPD fue una experiencia muy bonita, cuando en los 80’ o 90’ preparaban gratuitamente a gente, que es un proyecto que hoy por hoy, sigue. Las principales críticas eran esas, la cuestión económica y la cuestión de memorización masiva, como un acróbata, sin ningún tipo de discernimiento ni herramientas adecuadas para conocer la realidad social y para ser lo que significa, al fin y al cabo, ser un buen juez o atender bien a la ciudadanía. En aquel momento, como ahora, la única asociación que ha criticado el sistema de acceso ha sido JJPD.

¿Una vez dentro, cuáles son las dificultades a las que te enfrentas como juez?

El modelo que tenemos, que es cuando se aprueba la fase teórica, la cual, insisto, es muy difícil. Cuando yo aprobé no había un test eliminatorio como ahora, pero lo que sigue siendo más o menos igual, es que tú tienes que aprenderte casi 400 temas, dividido en dos partes, un primer bloque y un segundo bloque con una separación de unos seis meses entre cada examen y aunque tu apruebes el primero, esta nota no te la guardan si no apruebas el segundo. Esto claro, es muchísima memoria, mucha renuncia a cualquier otro tipo de actividad y, bueno, muy duro, y en régimen, prácticamente de aislamiento. Cuando apruebas pasas ya a una la Escuela judicial, esta está en Barcelona y pretende corregir los defectos de la fase teórica, pero también depende mucho de quién compone el personal docente. La Escuela Judicial fundamentalmente se crea porque, de nuevo, JJPD, insiste en que los jueces tenemos que adquirir una formación integral, es decir, aprender a ser juez, no solamente tener la cabeza llena de derecho positivo, si no por ejemplo, motivar resoluciones, por qué adoptas una decisión o por qué no adoptas otra, y tener en mente no solamente el ordenamiento positivo si no como marco fundamental la Constitución, pero también los tratados internacionales o acudir a centros de posible vulneración de derechos como los centros de internamiento, cárceles, centros de menores.

En el momento en que yo llego a la Escuela Judicial pues si hay todavía una gran parte del personal docente, que es gente muy progresista y comprometida, entonces, a mí personalmente, la Escuela Judicial me ayudó mucho, porque me ayudaron a adquirir las herramientas para ser una buena juez. Lo que me sorprendió mucho es que la mayoría de jueces en prácticas que entraban, consideraban que la Escuela Judicial era una autentica pérdida de tiempo, porque ellos pensaban que ya por haber aprobado las oposiciones, ya eran un poder del Estado y que era absolutamente innecesario aprender lo que te digo, a motivar o tratar bien a la gente, y vi actitudes muy hostiles sobre todo cuando se salía del marco del derecho positivo, cuando se salía por ejemplo a centros de mujeres víctimas de violencia de género o cárceles, pues como que les sobraba, su actitud era muy arrogante, de mucha displicencia, y sinceramente fue lo que más me costó, el trato con el resto de jueces en prácticas.

Una de las preguntas que me surge, sobre todo a raíz de mi experiencia en la Facultad, es; ¿no hay muchas personas en la carrera judicial que son previamente hijos de otros magistrados?

Si, coincido contigo, plenamente, además, porque hemos estudiado en la misma universidad. Para no ser una universidad privada, sí, hay un perfil conservador, tampoco es todo gente de elite, pero si es gente con un cierto nivel económico. Te vuelvo a los datos de febrero de 2024, es decir, es abrumador el componente de personas que tienen familias adineradas, es abrumador el componente de personas cuyos progenitores o incluso abuelos ya pertenecían a la carrera judicial, fiscal o notarial, en cambio, hijos de clase trabajadora, pues el componente es exiguo.

¿Y a nivel personal? ¿Llegar ahí (la Escuela Judicial) sin formar parte de estos grupos?

Me daba un poco igual porque es que tampoco me relacionaba con ellos. Yo entré con un compromiso político muy fuerte del que no me arrepiento en absoluto, todo lo contrario. Y como veían que era gente, excepto muy pocas personas con las que no podía tener un intercambio fructífero a nivel intelectual o político, pues hice mi vida con gente absolutamente ajena a la Escuela. 

Lo que me sorprendió mucho también, fue que desde el principio note un corporativismo exacerbado. Hay un montón de símbolos y rituales de entrada y de estar completamente adscritos a una ideología muy de casta, muy cerrada sobre ella misma, muy conservadora y que se sigue manteniendo hoy en día, me parece un gran problema el tema del corporativismo y cubrir a cualquier persona, cualquier falta por el tema de que es un compañero.

Yo por eso siempre digo, los jueces no son compañeros, son colegas de profesión.

La juez Amaya Olivas — Dani Gago
La juez Amaya Olivas — Dani Gago

¿Conoces la modificación propuesta recientemente por Sumar? ¿Crees que esta responde a las problemáticas reales del sistema de acceso?

Yo creo que sí. Veo que va a ser muy difícil, porque creo que hay muchísima resistencia, brutal, por parte de la mayoría de carrera a cambiar el sistema de acceso, pero creo que es fundamental para democratizar el acceso a la justicia y que toda la ciudadanía esté en condiciones de entrar. Yo creo en un sistema de  evaluación continua muy exigente. Yo propugno mucho el modelo alemán, que al final de la Facultad se hiciera un examen de Estado, que fuera un examen sobre toda la carrera y que, a partir de ahí, por nota, tu pudieras acceder, bien a la carrera judicial o bien a cualquier otra profesión publica, como técnico de la Administración Central o registrador en una notaría. Entonces, yo suprimiría la oposición como tal e ingresaría en la Escuela Judicial después del examen de Estado, para que en esa Escuela Judicial durante 2 o 3 años, la gente aprendiera realmente a ser juez.

Pude hablar con un actual aspirante a la magistratura cuando se registró esta modificación y el me destacó que uno de los principales problemas era que había un problema de concepción, ya que este entendía que se debía primar a las personas con vocación pública y no a aquellas con mejores notas, ya que esta modificación mantiene criterios “meritocráticos”. Respecto al modelo que propones, ¿este no seguiría reproduciendo la problemática ligada al mérito?

Yo cambiaria el sistema, desde primero de Derecho, porque yo defiendo una Facultad popular, yo suprimiría las privadas. Entonces si tu ingresas a la Facultad de Derecho de forma totalmente pública, ahí eliminamos el problema de la gente que tiene que trabajar, al menos hasta cierto punto, pero lo eliminamos. Yo haría un examen de Estado después de una facultad totalmente pública para que la gente ingresara en la Escuela Judicial. Únicamente después de los dos o tres años que formara la Escuela Judicial que la gente ya pudiera salir con su título.

Respecto de la vocación pública, por ejemplo, en el temario de constitucional, cuando te conté lo de que tuve que dejarlo porque era infame, todo el tema de los modelos de juez, del modelo constitucional, de lo que supone ser un juez demócrata en comparación con un juez de la dictadura, es que todo eso no se estudia directamente. Entonces, a mí me parece una cosa gravísima, si tu ingresas en una Escuela Judicial que sí que te explica un modelo de juez constitucional en democracia, como tienes que atender a tus deberes y que tiene que estar precedido por la vocación pública, entonces conseguiremos jueces mejores.

Otro dato, de hace un año es el del Promotor de la Acción Disciplinaria que es también del Consejo General del Poder Judicial. Muestra una gran preocupación, que yo también he vivido porque las nuevas promociones tienen actitudes cada vez más altivas y déspotas con la ciudadanía. Me parece extremadamente preocupante, y creo que en parte es por el sistema de acceso y en parte por lo que te comento, de gente que ingresa, no todos, pero muchos, no por la vocación pública que mencionabas, si no como poder del Estado para ubicarse por encima de la gente y en ocasiones tratarla mal, generando maltrato institucional a la gente, a los abogados y procuradores.

Otra cuestión que me surge orientado a mí mismo como lector de sentencias, es que a veces las siento innecesariamente difíciles de leer, ya no por una terminología o unos conceptos jurídicos, sino incluso en términos de redacción o escritura. Tú en uno de tus artículos hablabas de potenciar la escritura en vez de la oralidad en los jueces. ¿Qué piensas de esto?

Estamos muy de acuerdo. Yo por ejemplo estoy muy preocupada por dos cosas, yo ejerzo de juez social, lo que es laboral y prestaciones, por ejemplo, el lenguaje administrativo es terrible. A mi cuando me llegan los expedientes, me digo “a ver si yo tengo herramientas técnicas y no lo entiendo, ¿Cómo lo va a entender alguien más?”, además, gente que muchas veces viene en situación de exclusión. Con el tema de la redacción teníamos un curso en la Escuela super interesante, que era aprender a redactar, porque otro elemento muy importante y que me sorprendió mucho, es que nadie lee la prensa, muy pocas personas leían. 

Entonces, yo creo que, para aprender a escribir, básicamente tienes que leer mucho. Me acuerdo de broncas como “¿Yo por qué tengo que ir a este seminario de redactar sentencias?”, y claro, tu coges sentencias, y es que no hay un punto y una coma, una sentencia no es transcribir cuatro cosas del Supremo de los 80’, no, claro que hay conceptos técnicos que yo no puedo eliminar, pero yo si me puedo esforzar en, por ejemplo, decir; “A ver, ¿Cuál es el objeto de la controversia?, ¿Cuáles son las partes?”, e ir al caso concreto para que un ciudadano medio lo pueda entender, porque si no me parece que creas una distancia insalvable y que se aleja de la transparencia democrática que exige esta función, que a la gente, le des o no la razón, entienda.

Yo siempre tengo muy buena relación con los abogados, básicamente porque en otros sitios los tratan muy mal. Me dicen: “Ama, es que al final, de verdad, contigo nos da igual que nos des la razón o no, porque primero nos tratas super bien, y segundo, entendemos por qué”. Evidentemente entiendo que un abogado quiere ganar el caso, pero sobre todo quiere entender porque si o porque no.