Turismo masivo

El Gobierno de Cantabria pretende multiplicar por 18 el turismo en sus valles más sensibles en plena batalla ciudadana contra la turistificación

El proyecto de un teleférico turístico en la Vega de Pas enciende todas las alarmas, y une a los distintos colectivos que creen que el proyecto es toda una amenaza que pone en peligro los importantes valores ecológicos, etnográficos y culturales de la zona

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La presidenta de la Comunidad Autónoma de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga Gómez (PP) — Juanma Serrano / Europa Press

Una vieja aspiración del PP

La construcción de un teleférico en la zona de la Vega de Pas es una vieja aspiración del Partido Popular de Cantabria, que estuvo muy cerca de adjudicar el proyecto a Shepart Investment S.L., una empresa de los hermanos Cortina-Koplowitz, en 2015. La pérdida del gobierno en las elecciones autonómicas de aquel año hizo que la firma del contrato redactado por los populares dependiera de un nuevo ejecutivo PRC-PSOE, que se negó a rubricarlo alegando que ponía en riesgo la estabilidad financiera de CANTUR, la empresa pública cántabra que se encarga de gestionar las instalaciones turísticas.

El PP les aseguraba a los Cortina-Koplowitz una facturación mínima equivalente a 120.000 usuarios anuales, a razón de 15,60 euros por persona durante los 40 años que duraría la concesión

El negocio para los Cortina-Koplowitz era redondo, ya que el gobierno del Partido Popular les aseguraba una facturación mínima equivalente a 120.000 usuarios anuales, a razón de 15,60 euros por persona durante los 40 años que duraría la concesión, y en el caso de que el teleférico no llegara a estas cifras de ocupación, el Gobierno de Cantabria tendría que abonar la diferencia. El nuevo gobierno PRC-PSOE consiguió parar este contrato, pero no llegó a tiempo de impedir uno similar en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, que tuvo que subir 7 euros el precio de sus entradas para mantener un teleférico en sus instalaciones sujeto a un contrato similar.

La cifra que se garantizaba era totalmente desproporcionada si se tiene en cuenta que, anualmente, los Valles Pasiegos —que incluyen los valles de Miera, Pas y Pisueña— reciben 33.000 visitantes anuales y que el teleférico cercano de Fuente Dé, en Picos de Europa, recibe en torno a 200.000 visitantes anuales, en una zona que recibe un millón de turistas al año. Las matemáticas se pueden aplicar a este caso, y si hacemos una regla de tres relacionando los dos teleféricos, los Valles Pasiegos tendrían que multiplicar por 18 el número de visitantes para que el Gobierno de Cantabria no tuviera que indemnizar a los Cortina-Koplowitz.

El proyecto actual

Lejos queda la idea del trazado inicial que pretendía atraer el hipotético turismo que generaría la cercana y fracasada estación invernal de Lunada, por aquel entonces un teleférico permitiría acercar a los esquiadores desde la estación hasta Vega de Pas, por un trazado que hoy se encuentra dentro de la Red Natura y, por lo tanto, no supera ninguna evaluación ambiental. Ante la imposibilidad de afectar a la Red Natura, el proyecto de 2015 y las alternativas que se barajan en la actualidad pretenden discurrir de forma paralela al límite del espacio protegido, permitiendo el acceso de entre 120.000 y 190.000 turistas a ecosistemas de turbera de gran fragilidad que se sitúan a escasos metros de los lugares protegidos por Europa.

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El punto de partida, aunque no goza de ninguna protección, también posee un gran valor ambiental e histórico, ya que la estación inferior estará situada junto a las ruinas de los barracones que alojaban a los presos republicanos que trabajaron en la construcción del túnel de la Engaña, un túnel ferroviario que el franquismo nunca llegó a inaugurar pero que, con sus casi 7.000 metros longitud, fue durante décadas el túnel más largo del Estado. Hoy, la zona es un tupido bosque salpicado de pastos y cabañas pasiegas, un entorno idílico en el que está prevista la construcción de un edificio de 1.667 metros cuadrados, dos aparcamientos con capacidad para 200 vehículos cada uno, y una nueva carretera autonómica para dar acceso al teleférico.

Un lugar de ensueño, pero poco apto para el turismo masivo

El Castro Valnera, la montaña a la que pretende dar acceso el nuevo teleférico, es un lugar de culto para las personas aficionadas a la montaña, con unos importantísimos valores ambientales que han hecho que sea incluida en la Red Natura. Sus impresionantes paisajes salpicados de cascadas y cabañas pasiegas se han mantenido ajenos al turismo de masas por la dificultad de su acceso, pero también por la dificultad de su clima, ya que nos encontramos ante una de las zonas con mayor pluviosidad de Europa.

El modelo de contrato supondrá un lastre importante para las arcas públicas, un deterioro importante del ecosistema del lugar, y un nulo aporte económico para la población del valle del Pas

Si nos ceñimos a los datos puros y duros vemos que, mientras en la ciudad de Santander llueve una media de 1.128 litros por metro cuadrado anuales y a los turistas ya les parece que “aquí siempre llueve”, y en la estación superior del teleférico de Fuente Dé, en Picos de Europa, llegamos a los 1.500 litros, en el Castro Valnera la pluviosidad aumenta de forma considerable hasta alcanzar los 3.000 litros. Allí sí que “siempre llueve” … cuando no nieva, ya que en invierno no es extraño llegar a los 20 grados bajo cero, lo cual hace que los puertos de la zona permanezcan cerrados por la nieve durante semanas.

Es raro encontrar un día de agosto en que el Castro Valnera no tenga sus cumbres rodeadas de nubes, y eso es lo que se van a encontrar los turistas cuando suban por miles a un lugar hermoso, sí, pero desapacible, lo que hace pensar a los colectivos que se oponen al proyecto que, una vez “pasada la novedad, no se llegará ni de lejos al número de turistas esperado”. Lo que sí se repite es el modelo de contrato, que supondrá un lastre importante para las arcas públicas, un deterioro importante del ecosistema del lugar, y un nulo aporte económico para la población del valle del Pas.