Elecciones en Venezuela

Gustavo Petro propone un plan para transición en Venezuela

La propuesta de Petro consta de cinco puntos que se deben entender en la complejidad de la actualidad venezolana y en fórmulas que en el pasado le permitieron a Colombia superar la violencia política
Chepa Beltran / Zuma Press / ContactoPhoto
Chepa Beltran / Zuma Press / ContactoPhoto

El presidente de Colombia Gustavo Petro ha hecho público a través de dos publicaciones en su cuenta de X lo que sería un plan para superar la crisis venezolana posterior a los comicios del 28 de julio en los que tanto oposición como oficialismo han cantado victoria. Si bien parte de la comunidad internacional reconoció a Nicolás Maduro como presidente electo, un sector representativo considera que no están dadas las condiciones para hacerlo haciendo hincapié en la necesidad de la publicación de las actas electorales único mecanismo para rastrear y comprobar el resultado en las urnas anunciado por la autoridad nacional venezolana la noche misma de la elección. 

La propuesta de Petro consta de cinco puntos que se deben entender en la complejidad de la actualidad venezolana y en fórmulas que en el pasado le permitieron a Colombia superar la violencia política. Primero, se sugiere el levantamiento de sanciones que a la fecha suman más de 900 con un costo aproximado de 232 mil millones de dólares sin contar los efectos sociales irreversibles, en especial durante el periodo de pandemia donde no fueron siquiera flexibilizadas. Las sanciones son contrarias al derecho internacional, violan de manera directa los derechos de millones de venezolanos y atentan contra la soberanía de los Estados, ninguno puede obligar a un tercero a cambios en su régimen so pena de sanciones, como históricamente lo ha hecho Washington con varias naciones de América Latina y el Caribe. El levantamiento es fundamental para mantener la reactivación económica. Segundo, se sugiere una “amnistía general nacional e internacional”. Esto es clave en la superación de los temores por posibles represalias en caso de un gobierno de la otra orilla ideológica. Una amnistía verificada internacionalmente que quienes pierdan la elección no tengan el temor a sufrir una retaliación. Se debe recordar la forma como buena parte de los líderes del progresismo en América Latina han sufrido distintas expresiones de persecución barnizadas en formalidades democracias como en los casos de Luis Inacio da Silva, Rafael Correa, Cristina Fernández, Marco Enríquez Ominami o Fernando Lugo, entre otros.

Es de recordar la cruda situación de 2014 cuando las “guarimbas” que buscaba generar caos y hacer inviable el gobierno de Nicolás Maduro derivaron en cientos de asesinados

El tercer punto se concatena con lo anterior pues prevé “garantías a la acción política” para que tanto oficialismo como oposición puedan hacer campaña sin temer por la violencia. Es de recordar la cruda situación de 2014 cuando las “guarimbas” que buscaba generar caos y hacer inviable el gobierno de Nicolás Maduro derivaron en cientos de asesinados. En cuarto lugar, se habla de un gobierno transitorio inspirado -según otra publicación- en la experiencia colombiana del Frente Nacional cuando en 1957 liberales y conservadores compartieron transitoriamente el poder para estabilizar el sistema luego de años de violencia política. En Venezuela existe el antecedente del Pacto de Puntofijo de 1958 en el que los partidos tradicionales COPEI y Acción Democrática sentaron las bases para una alternación pacífica luego del militarismo. Por último, Petro sugiere nuevas elecciones que permitan una renovación del proceso electoral “desde cero”. Dada la correlación de fuerzas actual es difícil que algunas de las dos opciones tengan chances reales de gobernabilidad, más aún, cuando el año entrante habrá elecciones regionales y legislativas que estarían fuertemente condicionadas por la situación actual. Dicho de otro modo, en las actuales condiciones es impensable un nuevo ciclo electoral en Venezuela. De allí la relevancia de nuevos comicios que despejan el camino para la mega elección del año entrante.

La transición podría terminar de tomar forma siempre y cuando las elecciones sean el resultado de una cohabitación pacífica y una distribución del poder que permita gobernar a partir de consensos mínimos, como de hecho, ocurrió con las democracias pactadas tanto en Colombia como en Venezuela. Si bien se trató de democracias construidas “desde arriba” y en pactos convertidos en hitos fundacionales rebatidos por la izquierda colombiana y venezolana por su carácter excluyente, podría pensarse en esta fórmula para Venezuela, claro esta vez corrigiendo los errores tanto del pasado lejano como de este tenso presente.   

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