Argentina

Puñetazo en la mesa de Cristina Kirchner: aspira a controlar por primera vez el Partido Justicialista en unas primarias inéditas desde 1988

La expresidenta se lanza a por la presidencia del mítico partido peronista tras la defenestración de Alberto Fernández en una interna complicada con el gobernador Axel Kicillof mientras emerge la figura lateral de Juan Grabois en las encuestas

Cristina Fernández de Kirchner, current Vice President of the Nation and former president for two periods, speaking in Plaza de Mayo at the act of Democracy Day.
Esteban Osorio / Zuma Press / ContactoPhoto
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Con los precios de todo por las nubes y la pobreza instalada en el corazón del 55% de los argentinos —según no cualquier estudio sino el INDEC, el Instituto de Estadística Oficial—, las universidades incendiadas, los excluidos engordando cada vez más las filas de la delincuencia (“¿Cuánto gana por día alguien que cartonea? $15.000. ¿Cuánto gana por día un soldadito menor que presta servicios a un dealer en barrios populares? $50.000”, escribe el conservador Carlos Pagni en La Nación) y con causas judiciales abiertas (Vialidad, Cuadernos) que ya no le restan nada y que sus acólitos definen sin titubear como lawfare, Cristina Fernández de Kirchner ha dado el paso para presidir el mítico Partido Justicialista (PJ).

Nunca antes lo había hecho. Juan Domingo Perón lo presidió 28 años, sucedido en 1974 por su viuda, la despreciada Estela de Perón, Isabelita, que a sus 93 años sigue afincada en Madrid; también Carlos Menem durante 13 años divididos en dos tiempos; los mismos tiempos que Néstor Kirchner, dos, interrumpidos por su muerte abrupta en 2010. El último presidente del PJ fue Alberto Fernández, que dimitió en agosto pasado abrasado por el escándalo de violencia machista con su ex pareja Fabiola Yáñez, una polémica que aún esconde giros de guion. Así que con este puesto vacante y Javier Milei cayendo en picado en popularidad por primera vez, Cristina Fernández de Kirchner quiere controlar las internas peronistas.

Lo anunció por redes el lunes 7 de octubre, donde cada vez es más activa en sus ataques a Milei. Y lo hizo con el viento de cola favorable: una encuesta de una consultora nada sospechosa de kirchnerista, Nejamkis, le da un 45% de voto en la Provincia de Buenos Aires, un gran resultado: en 2021 el peronismo obtuvo en la segunda institución más grande de la Argentina un 38% y en 2017 un 36%.

La semana pasada, tres todopoderosos intendentes (alcaldes) del Conurbano bonaerense, los de Lomas de Zamora (Federico Otermín), Merlo (Gustavo Menéndez) y Ezeiza (Gastón Granados), activaron el Operativo Clamor para espolear la candidatura de Fernández de Kirchner. A estos apoyos se da por descontado el de Mayra Mendoza, la mediática intendenta de Quilmes y una de las fundadoras de La Cámpora. Y por encima de todos, el respaldo del ex ministro de Interior, Wado de Pedro, hijo de detenidos-desaparecidos: “Es momento de que una mujer, que militó toda su vida en el peronismo, presida por primera vez el Partido Justicialista”, tuiteó de Pedro tras publicarse la carta.

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La misiva de Cristina Fernández tiene cinco páginas, repasa la historia del PJ, se detiene en la dicotomía peronismo/antiperonismo y lanza un llamamiento a la unidad: “Quiero decirles que estoy dispuesta, una vez más, a aceptar el desafío de debatir en unidad porque si algo tengo claro también, es que acá no sobra nadie. Sin embargo, la unidad necesita dirección y proyecto para construir el mejor peronismo posible en una Argentina que se ha vuelto imposible para la mayoría de sus habitantes”. De puertas afuera, es un llamamiento contra Milei. De puertas adentro, hay que analizar con lupa este movimiento, que da la potestad de confeccionar y ordenar listas electorales.

Para empezar, serán las primeras primarias peronistas desde 1988, cuando Menem derrotó por apenas 100.000 votos a Antonio Cafiero. Una victoria que en la práctica dio paso a la era más neoliberal del país austral una vez encaramado Menem a la presidencia tras la hiperinflación que derribó a Raúl Alfonsín (1983-1989). Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, había presentado su candidatura antes que CFK. Éste respondió conciliador: “También quiero debatir en unidad. Creo, al igual que Cristina, que aquí no sobra nadie”.

Las internas se prevén, no obstante, más inquietantes de lo que parece. Hace tiempo estalló una guerra soterrada entre La Cámpora y el sector del gobernador bonaerense Axel Kicillof, el eterno delfín que, nadie lo duda, dará el salto en las Presidenciales de 2027. Muchos sectores antes lejanos a Kicillof se han abonado al axelismo: los partidarios del defenestrado Alberto Fernández, como el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi, se han convertido en uno de los máximos defensores del gobernador. Al igual que el ex líder de La Cámpora y ministro de Desarrollo bonaerense Andrés El Cuervo Larroque o el titular de Trabajo provincial, Walter Correa. En privado, muchos aseguran que Kicillof puede ganar sin Cristina, cuyo rostro gobierna los murales del Conurbano junto a Maradona y Evita. En realidad, la división es un suicidio.

También han entrado en la lid los hijos del histórico sindicalista Hugo Moyano: el camionero y líder triunviro de CGT Pablo Moyano apoya a Cristina mientras que Facundo Moyano, secretario general del sindicato de Peajes, respalda en público a Kicillof. Y Sergio Massa, al que se presupone más cercano al gobernador provincial, permanece astutamente callado.

Cristina ya tomó la sartén por el mango en abril ante el menoscabo creciente hacia La Cámpora: convocó un acto en Quilmes donde habló casi dos horas ante miles de personas sin consultar papeles. Un acto en el que vapuleó a Milei pero que también venía a decir: aquí estoy yo.

En las últimas semanas, la tensión ha ido en aumento. Kicillof ha sugerido una renovación del PJ y el hijo de Cristina, Máximo Kirchner, embarcado en el viaje de CFK hacia la presidencia del partido, fue ovacionado el 20 de septiembre en un acto de La Cámpora en La Plata con un cántico que, en realidad, era un aviso al gobernador: "Cristina es la conducción. Vamos a ver si lo entienden. Somos soldados de Perón. Y la Patria no se vende. Yo siempre te voy a seguir. No me importa lo que digan. Y si querés otra canción. Veni, te presto la mía".

En estas circunstancias tan extrañas emerge la figura unificadora de Juan Grabois, cuya experiencia lateral peronista, el Frente Patria Grande, no está insertada en la tremenda estructura que es el PJ. “No creo que haya alguien más capacitado que Cristina para ordenar al PJ”, señalaba esta semana en los platós de televisión. Conserva muy buenas relaciones con Kicillof. Y sube en las encuestas como la espuma. Grabois, ¿unificador o candidato?