El Cierre

Ha muerto Fujimori pero no ha muerto el fujimorismo #ElCierre

El punto final del dictador no es el punto final de la dictadura. Toca pasar del “Fujimori nunca más” al “fujimorismo nunca más”

Ha muerto un dictador. Ha muerto un asesino. Ha muerto un agresor. Alberto Fujimori, el dictador peruano, ha muerto en su cama, rodeado de sus familiares y en libertad, pese a que fue declarado culpable por crímenes de lesa humanidad a 25 años, condena que no cumplió en su totalidad gracias al indulto que le concedió Dina Boluarte, una sucesora directa suya.

Ha muerto Fujimori, pero no ha muerto el fujimorismo. Ha muerto un dictador, pero no ha muerto su modelo. Todo lo contrario, hoy si acaso está más vivo que en la última década. El punto final del dictador no es el punto final de su dictadura, y esto no sólo ha quedado evidenciado en el último año y medio en que el actual régimen liderado por Dina Boluarte, aunque dirigido por todos los poderes, se ha cimentado sobre la misma arquitectura de poder que dejó Alberto Fujimori muy bien atada, sino también en la perversidad con la que diversos medios de comunicación, de allá y de aquí, hablan de este dictador.

Alberto Fujimori no es un personaje “polarizador”. Alberto Fujimori es un asesino y cuando hay un asesino, hay quienes nos posicionamos sin dudarlo con las víctimas de ese asesino. Se llama justicia, no polarización. Alberto Fujimori no es un personaje “controvertido” porque esterilizar a miles de mujeres no es una controversia, es una violación de los derechos humanos que, por cierto, hasta hoy no obtienen justicia. Alberto Fujimori no es un personaje con luces y sombras, porque sus “sombras” le valieron 25 años de condena que cumplió parcialmente por crímenes de lesa humanidad, pero también múltiples casos de corrupción que él mismo admitió al allanarse en uno de esos procesos. Y, sobre todo, porque las “luces” que algunos señalan como “el crecimiento económico” no lo es si no toca a todos y todas las peruanas. El crecimiento económico fujimorista fue la imposición de un modelo económico neoliberal que subastó nuestros recursos naturales al mejor postor. Un modelo que hace que en Perú esté una de las cinco ciudades más contaminadas del mundo, que existan más de cien conflictos socioambientales al año porque las comunidades defienden sus territorios del extractivismo abusivo, que los defensores y defensoras de la tierra estén en la más absoluta vulnerabilidad frente a las mafias que les asesinan o a las transnacionales que les expulsan. Un modelo que cercenó el músculo del Estado y que abrió la puerta a los capitales privados en nuestros derechos. Digamos que consumó del todo el sueño del PP y de VOX, por ponerlo en español.

Con ello, Perú, entre otras cosas, es el país con el peor índice de mortalidad por COVID-19. Pero no nos confundamos, la gente no murió por el virus, sino por no poder enfrentarse a él ya que las clínicas privadas se lucraron con la necesidad de vivir de la gente. Familias endeudadas por pasar una noche en una cama UCI, balones de oxígeno encarecidos en el peor momento de la pandemia y farmacias privadas que subieron hasta más del 50% los medicamentos paliativos. Eso es Fujimori. Un modelo que hizo de la educación un negocio. Las universidades basura son una muestra palpable de ello. Universidades privadas que no ofrecen educación, sino cartones sin validez ni calidad. Un modelo que liberalizó hasta las rutas de las ciudades donde reina la ley de la jungla y pone en riesgo a ciudadanos a diario con esas conocidas “combis asesinas”, cuyo nombre las describe a la perfección. En resumen, un modelo de desigualdad, exclusión y sufrimiento para las mayorías.

Pero como decíamos, el punto final del dictador no es el punto final de la dictadura ni de la arquitectura que montó. Todo lo contrario. El Régimen del 93 no sólo sigue vivo, sino que se ha fortalecido en el último año y medio. El Régimen del 93 está reeditado y recrudecido en el actual Régimen del 23 que gobierna el país. Y por eso la clave no es apuntar a quien se va sino sobre todo a lo que deja. Es injusto que el dictador muriera en su cama mientras hay familias que nunca pudieron enterrar a sus muertos y otras que no los encuentran. Es injusto que el dictador muriera en libertad mientras hay tantos presos políticos sin sentencia firme cumpliendo cárcel sin razón. Insisto, para ello, como es el caso de Pedro Castillo pero de tantos otros represaliados por este Régimen del 23. Pero sobre todo, es injusto que sigamos a merced de un modelo que no elegimos, de una constitución ilegítima de origen y de un gobierno como el actual, que es una dictadura heredera directa del ahora fallecido Alberto Fujimori.

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Toca pasar del “Fujimori nunca más” al “fujimorismo nunca más”. Y eso sólo puede consolidarse con una nueva constitución que nos permita sacar al fujimorismo de las instituciones, de la arquitectura de poder y del modelo económico, del oligopolio mediático que hoy hace malabares para no llamar dictador a Fujimori, ¿verdad, señores de El Comercio?.

Como dicen las madres de plaza de mayo, nosotras elegimos a quién llorar. Y yo elijo también con quién hacerlo. Hoy no lloro, hoy hago memoria, porque es en estos momentos críticos en que la decencia de un país debe hacerse sentir frente a las loas amnésicas y violentas de los grupos de poder. Fujimorismo nunca más. Que lleve tanta paz como la que dejó en mi tierra. Y hoy, sobre todo hoy, no pienso en Fujimori, sino que abrazo a Raida Cóndor, a Gisela Ortiz, a Mamérita Mestanza, a Celia Ramos, a Alejandra Aguirre, a Reynalda Betalleluz o María Espinola, víctimas de esterilizaciones forzadas. Abrazo a las y los terruqueados por enfrentarse a la dictadura y su modelo, desde los estudiantes y campesinos en los 2000 hasta los más de 50 muertos en 2023 que siguen levantados para exigir exactamente lo mismo: el fin del fujimorismo expresado hoy en el gobierno ilegítimo que tenemos.

Hacer memoria no es un ejercicio más oportuno un día que otro, sino una responsabilidad siempre. Hoy más que nunca, tengo claro a quién lloro y con quién lucho. Perú, un dictador ha muerto. Nos toca ahora poner punto final de verdad a la dictadura que se mantiene. Jallalla Perú. Esto acaba de empezar.


Puedes ver el cierre en El Tablero por Canal Red aquí: