Las incógnitas tras la investidura fallida de Feijóo

¿Veremos nuevas caceroladas cayetanas en el Little Caracas de Madrid D.F.? ¿Habrá tamayazo de algunos magistrados progresistas en el Tribunal Constitucional para tumbar la amnistía? ¿Permitirá Manuel Marchena que los suyos estén cuatro años más fuera de la Moncloa o tomará cartas en el asunto?
El líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, durante el pleno de investidura del líder del Partido Popular, en el Congreso de los Diputados, a 27 de septiembre de 2023, en Madrid (España). El presidente del PP y candidato al Gobierno se sometió ayer, 26 de septiembre, a la primera sesión de su debate de investidura en el Congreso, que duró siete horas y media y fue el primero en el que se escuchan discursos en lenguas cooficiales con el uso de pinganillos para recibir la traducción simultánea. Hoy, se vota su candidatura en 'primera vuelta', resultado que marcará el pleno previsto para celebrarse en 488 horas, el viernes, 29 de septiembre, en caso de Feijóo no logre la mayoría absoluta (176 diputados) que se requiere en el primer intento.
27 SEPTIEMBRE 2023;MADRID;SEGUNDO DÍA SESIÓN INVESTIDURA;CONGRESO DE LOS DIPUTADOS;FEIJÓO
Alberto Ortega / Europa Press
27/9/2023

Alberto Núñez Feijóo en el debate de investidura

Alberto Ortega / Europa Press

Como todo el mundo sabía que iba a ocurrir —incluido Felipe VI cuando lo propuso como candidato a la investidura en su borboneo más evidente desde el discurso del del 3 de octubre de 2017—, Feijóo ha obtenido en primera votación 172 apoyos y 178 votos en contra. Este viernes se repetirá la votación porque así lo dice el artículo 99.3 de la Constitución: se requiere mayoría absoluta para ser investido presidente en primera votación o mayoría simple en segunda votación, 48 horas después. Si el candidato del PP no ha conseguido cuatro tránsfugas en un mes, no parece probable que los vaya a conseguir  en dos días, y el resultado definitivo va a ser exactamente el mismo: 172 a favor, 178 en contra. A partir de ese momento, habrá dos certezas: que Feijóo no va a ser investido presidente por el hemiciclo emanado del 23J y que, si ningún otro candidato lo consigue en el plazo de dos meses, se disolverá las cámaras y se convocará la correspondiente repetición electoral. Dos certezas pero muchas más incógnitas:

La primera. ¿Llegará Pedro Sánchez a un acuerdo con Junts para que sus siete diputados hagan viable su investidura? ¿Podrá atraerse a Coalición Canaria al voto a favor para que así baste con la abstención de los de Carles Puigdemont, como no se cansa de recordar Enric Juliana? ¿Serán capaces el PSOE y Junts de encontrar una fórmula para llevar a cabo la indispensable amnistía que sirva simultáneamente para no disgregar la base electoral si la interna orgánica de ambos partidos? ¿Podrá soportar políticamente ERC el protagonismo político de sus eternos enemigos?

Si lo consigue y hay gobierno, ¿será un “gobierno del señor Sánchez” como verbaliza últimamente Yolanda Díaz o será un gobierno de coalición que tenga alguna similitud con el que ha gobernado estos últimos años? Dicho de otra manera, ¿formará parte Podemos del gobierno —garantizando así el combate ideológico en el seno del Consejo de Ministros y la presión permanente para conseguir avances sociales— o iremos a una nueva fórmula sin “ruido” en la que el PSOE tendrá las manos libres para hacer y deshacer aunque haya formalmente más de un partido en el ejecutivo? ¿Se volverá a vetar a Irene Montero, esta vez para que no pueda ser ministra de igualdad? ¿Veremos nuevas rebajas de penas a agresores sexuales a cargo de los “Rubiales con toga” para dar cobertura política al segundo veto como ya se hizo con el primero?

Además de los evidentes efectos en la capacidad transformadora del nuevo gobierno (o su ausencia), ¿cómo influirá la decisión en un sentido o en otro en la correlación de fuerzas entre los partidos coaligados con Sumar y en el futuro de todo el conglomerado? ¿Es viable, por ejemplo, una situación en la cual se excluya a Podemos del gobierno al tiempo que se despliega desde el mismo una agenda política completamente dirigida por el PSOE, de retroceso en algunos frentes y de muy escasos avances sociales? ¿Seguiremos viendo un reparto de papeles entre el PSOE y Sumar en el que los socialistas parecen más de izquierdas que los de Yolanda Díaz, como vimos en el debate de ayer? ¿Adónde conduce esa dinámica en términos ideológicos y electorales?

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¿Seguiremos viendo un reparto de papeles entre el PSOE y Sumar en el que los socialistas parecen más de izquierdas que los de Yolanda Díaz, como vimos en el debate de ayer? ¿Adónde conduce esa dinámica en términos ideológicos y electorales?

En cualquiera de los dos casos, ¿aceptará la derecha deportivamente la derrota o intentará alguna forma de desestabilización mediante las modernas fórmulas de golpismo judicial y mediático? ¿Cuántos decibelios alcanzarán los alaridos de Vicente Vallés, Ana Rosa Quintana y Federico Jiménez Losantos gritando que “se rompe España” para intentar derribar el gobierno? ¿Veremos nuevas caceroladas cayetanas en el Little Caracas de Madrid D.F.? ¿Habrá tamayazo de algunos magistrados progresistas en el Tribunal Constitucional para tumbar la amnistía? ¿Permitirá Manuel Marchena que los suyos estén cuatro años más fuera de la Moncloa o tomará cartas en el asunto?

Incluso si el nuevo gobierno resiste, ¿cuánto durará? ¿Será capaz de aprobar en el Parlamento algo más que medidas estéticas, teniendo en cuenta que necesita el voto de dos partidos de derechas en lo económico, como son el PNV y Junts, para sacar adelante cualquier ley? ¿Qué ocurrirá si, debido a esta nueva aritmética parlamentaria, queda claro en los primeros meses de andadura que el nuevo gobierno va a defraudar al electorado progresista y de izquierdas? ¿Servirá eso para hacer avanzar al bloque reaccionario que se quedó a tan solo cuatro diputados de la mayoría absoluta en las últimas elecciones, en un contexto, además, en el que la parte dirigente de la nueva izquierda renuncia a dar la batalla ideológica para centrarse en la gestión?

Y después de tantas incógnitas, cabe señalar dos certezas más: la crisis de régimen que se abrió como consecuencia de la gestión neoliberal de la crisis financiera de 2008 sigue abierta y la respuesta a todas estas preguntas las podrán leer ustedes en Diario Red, con rigor, con profundidad de análisis y sin miedo a publicar lo que casi nadie más se atreve a publicar.