China

China lanza un mensaje en forma de misil balístico interncontinental

El reciente lanzamiento de un misil balístico intercontinental (ICBM) por parte de China ha preocupado a Estados Unidos y a sus aliados en Asia-Pacífico. ¿Qué mensaje lanza Pekín?

bbc.com
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La noticia es de peso: la República Popular de China realizó a fines de septiembre un lanzamiento de misil balístico intercontinental (ICBM) que recorrió más de doce mil kilómetros hasta llegar a aguas de la Polinesia Francesa. Los principales aliados de Estados Unidos en la región de Asia-Pacífico, actores como Taiwán, Australia o Japón, condenaron con rapidez el movimiento de Pekín.

La Francia de Emmanuel Macron, insistente en la necesidad de que Europa constituya por sí misma un polo de poder global autónomo respecto a Washington, no emitió un reproche frontal a la acción de China. Aunque el Gobierno chino aseguró que el lanzamiento del misil se debió a un mero ejercicio de recopilación de datos científicos, es altamente probable que buscase mandar un mensaje a Occidente y a los aliados de Estados Unidos en su área de influencia.

Prioridad para China

El ejercicio por sí mismo y las reacciones al mismo ejemplifican la centralidad del Asia-Pacífico en la política exterior de Europa, Estados Unidos y, por supuesto, China. Por su absoluta centralidad económica y por su primacía estratégica, la región es la prioridad tanto de Washington como de Pekín, independientemente de las coyunturas problemáticas que se han ido abriendo en otras latitudes.

Taiwán es un objetivo irrenunciable

Concretamente, Taiwán preocupa (y mucho) a la República Popular de China. La explícita prioridad que las sucesivas administraciones estadounidenses ━tanto demócratas como republicanas━ han dado a la isla desde, como mínimo, el gobierno de Barack Obama (2008-2016), lo justifica. En simultáneo, la fuerza del Partido Democrático Progresista (DPP) en la propia Taiwán, favorable a un nacionalismo taiwanés en oposición a la China continental, completa el esquema de riesgo para Pekín, pues ha ganado ya tres elecciones consecutivas (desde 2016).

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Desde la perspectiva general de los intereses nacionales chinos, y en particular desde el punto de vista histórico que sostiene el Partido Comunista de China, Taiwán es un objetivo irrenunciable. Cada vez más tendente a la conformación de una identidad isleña no china y, por extensión, a la adhesión completa a la estrategia de Estados Unidos en Asia-Pacífico, la consolidación del nacionalismo taiwanés es doblemente negativa para el gigante asiático.

El Partido Comunista nunca ha renunciado a “recuperar” la isla de Taiwán

Por un lado, la moderna identidad nacional china se funda sobre las bases del rechazo al imperialismo europeo y estadounidense en Asia, así como de la esperanza reunificacionista. El Partido Comunista nunca ha renunciado a “recuperar” la isla de Taiwán, parte constitutiva de la nación china que fue tomada por los nacionalistas tras la victoria comunista en la guerra civil en 1949. Durante décadas, ambos gobiernos se han reivindicado como “el verdadero gobierno de toda China”, pero la tendencia actual en Taiwán es la de romper sus lazos con el continente y erigirse en proyecto autónomo plenamente diferenciado de Pekín.

Por otro lado, estratégicamente Taiwán es decisiva para la estrategia de seguridad de China. Alineada con Estados Unidos ━a pesar de que, nominalmente, Washington no reconoce internacionalmente al Estado de Taiwán━, está llamada a jugar un papel decisivo como base operacional de la OTAN en el espacio marítimo chino, presionando militarmente a Pekín.

La prioridad de la política exterior china es consolidar su poder en Asia-Pacífico e impedir la penetración de Estados Unidos, que busca tomar posiciones en la región para presionar a China. El lanzamiento del misil balístico intercontinental también lanza un mensaje a Filipinas, actor decisivo para la penetración norteamericana, en particular desde que Ferdinand Marcos Jr.  se hiciese con el control del Ejecutivo filipino.

Occidente soñó con la posibilidad de una suerte de Pax Americana de corte unipolar

Con Marcos Jr., el país ha reforzado sus lazos con Estados Unidos, brindando la posibilidad de que Washington se valga de la muy valiosa geografía filipina para una eventual conflagración contra China. Desde entonces, ambos países han protagonizado choques en torno al mar del sur de China, otra prioridad estratégica para el Partido Comunista. Con el reciente ejercicio militar, Pekín saca músculo ante los aliados regionales de EEUU, consciente de que este necesita la voluntad de actores en Asia-Pacífico para desarrollar su estrategia anti China.

Prioridad para Estados Unidos

Con todo, el principal receptor del mensaje que China busca transmitir con el lanzamiento del ICBM es, sin duda, Estados Unidos. Desde la primera década del siglo XXI, el principal foco de interés de la Casa Blanca ha sido, ininterrumpidamente, Pekín y el Asia-Pacífico. De hecho, ni la guerra en Ucrania ni el genocidio de Israel en Gaza y el posterior conflicto regional en Oriente Medio han alterado esta perspectiva de la política exterior de Washington.

Tras la disolución de la Unión Soviética, Occidente soñó con la posibilidad de una suerte de Pax Americana de corte unipolar en la que ya no hubiera actores contrahegemónicos; esto es, el fin de la Guerra Fría habría abierto un escenario de poder indiscutible de Estados Unidos que se debía sostener en el tiempo. Evidentemente, esto no fue así, en parte por la emergencia de movimientos de corte antiimperialista en América, Oriente Medio, África y Asia, aunque fundamentalmente por la consolidación del modelo de crecimiento autocentrado chino.

La principal prioridad de la clase dirigente en Estados Unidos es siempre, en todo contexto, asegurar que ningún actor contrahegemónico dispute el poderío global de Washington. En la actualidad, China pone en cuestión esta máxima, obligando a los sucesivos gobiernos estadounidenses a buscar el colapso o, como mínimo, la limitación del crecimiento de la República Popular de China.

La interdependencia económica entre ambos aleja la posibilidad de una guerra abierta, aunque no la elimina

Es por ello que Washington ha profundizado, desde que la administración demócrata de Obama implementó oficialmente su doctrina del Pivot to Asia, dos tendencias: de un lado, ha reforzado su presencia en la región de la mano de aliados tradicionales ━Taiwán, Corea del Sur, Japón o Australia━ y otros recientes (véase Filipinas). De otro lado, ha militarizado ampliamente su enfoque exterior, constituyendo el 39% de la inversión militar total en el mundo en el año 2022.

Si bien Estados Unidos no necesariamente pretende una conflagración militar directa en Taiwán, no la descarta en el medio-largo plazo. La interdependencia económica entre ambos aleja la posibilidad de una guerra abierta, aunque no la elimina. EEUU observa su evidente pérdida de poder a escala internacional, así como ciertas grietas internas en la OTAN. Además, la posibilidad de una derrota del bloque occidental en el escenario ucraniano agudiza las urgencias de Washington.

El mensaje de China con el lanzamiento de su misil balístico intercontinental es, en esencia, una advertencia hacia Estados Unidos. Para Pekín, el control del Asia-Pacífico es el fundamento de su doctrina de defensa, pues si bien no ha mostrado hasta el momento tendencias de dominio más allá de su propio escenario de influencia, sí se ha mostrado contundente en el rechazo a la toma de posiciones estadounidense allí.

Washington insiste en tensar la situación en Asia-Pacífico, consciente de que el crecimiento económico chino robustece su condición de actor contrahegemónico, en mayor medida considerando que Pekín no acepta formar parte del esquema de poder colectivo liderado por Estados Unidos. Además, la inversión militar china, si bien no alcanza la norteamericana, sí amenaza con poner en jaque las posibilidades de que EEUU haga las veces de sheriff del mundo en el futuro.