Elecciones en EEUU

Intento de asesinato contra Trump: ¿un antes y un después?

El ex presidente Donald Trump ha sufrido un intento de asesinato del que ha salido prácticamente ileso, a excepción de una herida en su oreja derecha. ¿Alterará este atentado la campaña electoral?

BUTLER, July 14, 2024  -- This video screenshot shows former U.S. President Donald Trump being helped off the stage at a rally in Butler, Pennsylvania of the United States after what sounded like gunshots rang out through the crowd, July 13, 2024.
  Video footage showed that Trump was making a speech when popping sounds rang out over the rally. Screams could be heard in the crowd, and Trump was swiftly escorted off the stage by Secret Service agents.
  Blood could be seen on the side of his head and his ear. He was quickly escorted into a vehicle, and his motorcade has left the venue.
  Trump is currently safe and is expected to survive, NBC News reported, quoting senior law enforcement officials.
  The shooting incident at Trump's rally in Pennsylvania is being investigated as attempted assassination, local media reported on Saturday night, citing law enforcement officials.,Image: 889566316, License: Rights-managed, Restrictions: , Model Release: no, Credit line: Hu Yousong / Xinhua News / ContactoPhoto
Hu Yousong / Xinhua News / ContactoPhoto

En la madrugada del sábado 14 al domingo 15, toda la campaña electoral en Estados Unidos se pudo haber visto afectada: Thomas Matthew Crooks, de 20 años, habría intentado asesinar al ex presidente Donald Trump en un acto político en Butler, Pennsylvania ─al menos, por el momento, este es el principal sospechoso según el FBI. Tras abrirse fuego en medio del discurso central del candidato republicano, una bala ha alcanzado la oreja de Trump, aunque apenas la ha rozado. El ex mandatario ha sufrido una herida leve que, aparentemente, ha estado a apenas un par de centímetros de ser grave o incluso mortal.

Al menos una persona entre el público ha muerto como consecuencia de los disparos y otras dos han resultado heridas, no obstante el líder republicano se ha logrado cubrir rápidamente tirándose al suelo y ha sido protegido por varios guardaespaldas que salvaguardaban su integridad física. Segundos después de los disparos, el propio Trump se ha puesto en pie, rodeado por los mismos miembros del equipo del servicio secreto de EEUU, y ha levantado el puño frente a sus seguidores, presentando una épica del superviviente que ya estuvo presente en la reciente campaña presidencial de Jair Bolsonaro.

Reacciones

Ciertamente, la noticia ha sido del todo inesperada, no solo por el peso que tiene un intento de asesinato a un ex presidente en medio de su propia campaña para un nuevo mandato, sino por la localización. La ciudad de Butler cuenta con poco más de trece mil habitantes, por lo que el acto electoral republicano allí estaba llamado a pasar desapercibido, incluso aunque Pennsylvania sea uno de los swing states con el potencial de definir en última instancia el resultado de las presidenciales ─junto a otros como Wisconsin, Michigan, Nevada o Arizona. El equipo de campaña de Trump se había desplazado allí como parte de una serie de mítines previos a la verdadera campaña electoral y con el ojo puesto en la convención del Partido Demócrata en agosto, decisiva para la continuidad de Biden en la carrera.

Las reacciones internacionales han llegado en cascada, la mayoría de las cuales ha condenado el ataque contra la vida del ex presidente y ha mostrado cierta cautela respecto a sus análisis, aunque esta tónica no ha sido absoluta. Los sectores más conspiracionistas  del ecosistema mediático y de las redes sociales trumpistas han esparcido ya diversas explicaciones apresuradas sobre la autoría del atentado, algunas de las cuales se habían referido durante los primeros instantes de la noticia al atacante como un supuestamente de origen chino. Otros, no obstante, no esperaron ni a las primeras información del FBI para espetar que “la izquierda” ─en tanto otredad colectiva causante de todo lo malo, lo injusto y lo violento─ estaba detrás.

Una de estas figuras ha sido Javier Milei, quien ha hablado de “cobarde intento de asesinato” consecuencia de “la desesperación de la izquierda internacional que hoy ve cómo su ideología nefasta expira, y está dispuesta a desestabilizar las democracias y promover la violencia para atornillarse al poder”. Además, ha agregado que “con pánico a perder en las urnas, recurren al terrorismo para imponer su agenda retrógrada y autoritaria”. A la luz de las nuevas informaciones, el hoy presidente de Argentina ha profundizado en su adhesión a la retórica agregando que “los zurditos” son “los verdaderos enemigos de la libertad”.

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Como sea, el presidente Joe Biden ha emitido un mensaje a la nación con varias claves. Tras clarificar su intención de comunicarse directamente con Trump, ha reiterado en su discurso que “no hay lugar en Estados Unidos para este tipo de violencia; es repugnante” y se ha negado a especular sobre los hechos en primera instancia. El ex presidente Barack Obama, también del Partido Demócrata, ha publicado en su cuenta de Twitter que “todos deberíamos sentirnos aliviados de que el expresidente Trump no haya resultado gravemente herido y aprovechar este momento para volver a comprometernos con el civismo y el respeto en nuestra política”. Otras figuras del establishment demócrata como la vicepresidenta Harris o el secretario de Transporte Pete Buttigieg han salido a condenar el atentado.

El día después

Políticamente, lo sucedido en Butler probablemente aseste un golpe casi decisivo para los demócratas, ya muy mermados como consecuencia del cisma abierto en torno a la presidenciabilidad del propio Joe Biden. La construcción del “mito Trump” se va a ver fortalecida tras haber sobrevivido por centímetros (por un par, de hecho) al disparo y, aunque quizá el propio Trump no participe activamente en la construcción y difusión de las explicaciones conspiracionistas al respecto del atentado, muy probablemente no hará nada para impedir que semejantes explicaciones empapen la campaña e impulsen a sus militantes digitales.

La instrumentalización del atentado para la campaña electoral de Donald Trump es crucial para el ex presidente por tres motivos: en primer lugar, porque logrará restar peso a los problemas legales que el candidato republicano arrastra desde hace meses y que, limitada pero decididamente, lastraban en cierta medida sus expectativas de recuperar votantes perdidos en 2020; en segundo lugar, porque la épica del superviviente con toda probabilidad movilizará a un sector del trumpismo que ya estaba convencido de acudir a las urnas, pero no tanto de sumar en la campaña electoral; en tercer lugar, porque limita las posibilidades del Partido Demócrata de insistir en el discurso de la institucionalidad contra el odio: es cierto que el trumpismo sigue fundando su accionar en la conspiración y la apología de la violencia, pero el papel de víctima que le confiere a Trump lo acaecido el 13 de julio posibilita una refundación simbólica del espacio ultraderechista, al menos durante el tiempo que resta para los comicios.

No es esperable que la agresión contra su vida altere el discurso político de Trump ni de sus seguidores. La alegoría de la violencia política sustenta ineludiblemente el andamiaje ideológico del ala ultraderechista del Partido Republicano; es más, sin ella, sus posibilidades electorales se reducen ampliamente. El ágil accionar de los servicios secretos y de inteligencia de Estados Unidos han logrado que la situación quedase en un fatal ataque contra la vida de (al menos) un asistente y en una herida menor contra el ex presidente, aunque sin duda la campaña quedará enturbiada de aquí en adelante.

La derecha radical occidental, muy en particular la norteamericana, ha sido parte activa en la edificación de nuevos sistemas políticos atravesados por la violencia política y que polarizan ad infinitum en base a divergencias personales y culturales a menudo infundadas. El ex presidente Trump ha sido enclave difusor de la teoría conspiracionista del fraude electoral en 2020, alentando el asalto al Capitolio en enero de 2021 y sembrando la semilla de otros como el complot golpista de Bolsonaro en Brasil en 2022. Los partidos socialdemócratas, socioliberales, conservadores o institucionalistas han fracasado persistentemente en su empeño por desescalar el clima de violencia multinivel en el cual los discursos de odio han sumido a varios sistemas políticos occidentales.