Elecciones en Venezuela

Nicolás Maduro es reelegido: crónica de un “canto de fraude anunciado”

Queda por ver si Venezuela, después de las elecciones, vuelve a los tiempos de la proclamación de Juan Guaidó o si se abre paso el proceso de apertura económica, impulsado por Maduro, esta vez, con reconocimiento internacional
CARACAS, July 28, 2024  -- Venezuelan President Nicolas Maduro displays his ink-marked thumb after voting during the presidential election in Caracas, Venezuela, July 28, 2024. Election process begins to choose the next president of Venezuela.,Image: 893343378, License: Rights-managed, Restrictions: , Model Release: no, Credit line: Li Muzi / Xinhua News / ContactoPhoto
Li Muzi / Xinhua News / ContactoPhoto

“Este 6 de diciembre haremos la única cola que puede acabar con todas las demás, la única que vale la pena hacer: la cola para votar”, era la frase del remate de la propaganda de la oposición venezolana en las elecciones parlamentarias de 2015 en una clara alusión a las horas de espera para comprar los productos básicos en los tiempos de escasez. En la cola de la propaganda aparecía una señora canosa de la la tercera edad, un hombre calvo que mostraba sonriente su dedo meñique manchado por tinta después de registrar su voto, y un cumulo de personajes que recreaban la composición de los barrios populares de Venezuela.

La campaña era bastante simple y emocional: votar a la Mesa de Unidad Democrática era hacerlo para acabar con las colas y castigar al gobierno. La perfomance fue arrolladora 7,728,025 de votos, un 56% del padrón, contra los 5,625,248 del oficialista Gran Polo Patriótico. La jornada había estado dominada por la confianza de la oposición de la estructura de los cuatro principales partidos de la MUD y la desesperanza del Gran Polo Patriótico porque los conteos de votantes de su maquinaría habían sido casi la mitad de lo previsto. El recuerdo puede ser anecdótico, pero este 28 de julio el chavismo y la oposición tradicional se enfrentaban por primera vez en una elección presidencial después de once años de la disputa entre Nicolás Maduro y Henrique Capriles Radonski, cuya victoria del oficialismo implicó una diferencia de poco más de 200 mil votos.

De aquellos eventos había un gran cambio para estas presidenciales: la migración de gran parte del padrón electoral que había hecho aquella “última cola” de la que hablaba la oposición. Un número que está casi por los ocho millones de personas, según la Organización Internacional de Migraciones, y podía tener este 28 de julio una incidencia determinante.

Con una campaña similar a la de 2015, la Plataforma Unitaria de Oposición (PUD) buscó en esta ocasión ser el vehículo electoral del hartazgo contra gobierno después de los años de crisis. Para aprovechar el envión, la PUD organizó una estructura electoral de voluntarios con los ““comanditos” y desplegó una red de testigos para “proteger sus votos”. Y organizó , a tempranas horas, colas fuera de los centros para alentar que la participación de sus electores se concretase antes del mediodía. La acción tuvo el propósito claro de escenificar una mayoría anti gobierno en la mediática y las redes sociales. Por la tarde, muchos lugares en Caracas, y otras grandes ciudades, quedaron vacíos, según las fotos y reportes de los medios de comunicación.

Quedaba por la tarde la operación de remate de la maquinaria del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus siete partidos aliados para para acortar o ampliar la brecha entre ambos candidatos. A diferencia del 2015, el oficialismo apostó a un conteo de votantes cerrados, llamado 1x10x7 en alusión a la cantidad de personas incluidas por cada militantes dentro de los siete partidos de la alianza. “Antes cuando se organizaba el voto, se le pedía a toda la población que hicieran uno por diez sin importar si estaban dentro de la estructura del PSUV. Pero en esta oportunidad se le dio esta tarea a los movimientos sociales, los aliados, y los jefes y jefas de calle de la Unidad de Batalla Bolívar Chávez del partido. El chavismo tiene más de un año de trabajo de hormiguita para mejorar y fortalecer esta estructura del voto que alcanza, al menos a cinco millones de votantes.”, contó a Diario Red Jesús García, vocero de la Comuna de los Altos de Lidice y concejal del PSUV en el municipio Libertador de Caracas, un día antes de los comicios.

Nada de esto sería posible sin suscriptores

El cálculo del partido de gobierno era que el registro permanente real de votantes no sobrepasara los 12 millones de votantes, lejos de los 21 estimados por el Consejo Nacional Electoral. Y que esa diferencia, producto de la migración, pesara a favor del chavismo. “Nuestra estructura es muy amplia y está compuestas de responsables por parroquias, alcaldías y regiones con grupos de testigos por cada centro electoral. Mientras que  no estaba bien en claro como la oposición  movilizaría a sus voluntarios”.

La comparación a veces son bastantes odiosas: pero solo el PSUV tiene casi 300 mil jefes y jefas de calle, casi la mitad de los 700 mil voluntarios de los comanditos armados, en pocos meses, por María Corina Machado para cuidar el voto al candidato de la PUD, Edmundo González Urrutia. Más de cuatro millones de venezolanos integran el PSUV y otros tantos de miles se sumaron a la estructura oficialista desde partidos aliados, movimientos sociales y ministerios de gobierno. La presidencial fue en sí misma una pelea entre organización y una fe ciega en el descontento espontáneo contra el gobierno.

Otro de los fantasmas agitados por la oposición y los medios era la posibilidad de maniobras de “fraude” durante el proceso. Para Luis Emilio Rondón, presidente del partido Un Nuevo Tiempo de la PUD, las irregularidades en los centro de votación fueron de un 1% en las 30.026 mesas dispuestas en los 15.700 centros de votación habilitados en todo el país. “La mayoría fueron problemas de acceso a testigos y problemas con las maquinas de votación automatizada”, comentó. La Red Electoral Ciudadana (REC) de oposición informó que “el 83% reportó que tuvo que esperar menos de 10 minutos para poder votar; mientras que el 13,7% debió esperar entre 10 y 20 minutos; el 2,4% entre 30 minutos y una hora; y el 0,9% más de una hora”. Una elección, que salvo por algunos incidentes, no registró grandes choques ni enfrentamientos entre chavistas y opositores durante la apertura de las urnas.

A pesar de eso, la PUD llamó a sus votantes a rodear los centros para presionar a las autoridades de mesa para que entregaran las actas de votación. “Es el momento de que tú puedas ver cómo se cuenta tu voto, papelito por papelito”, escribió María Corina Machado en sus redes sociales como forma de obtener las actas para tener un conteo paralelo al CNE. Como todo en Venezuela se repite, sus palabras fueron bastante parecidas a las pronunciadas por Henrique Capriles Radonski cuando en 2013 exigió un recuento manual, “papelito por papelito”, para verificar la diferencia de 200 mil sufragios favor de Maduro. En aquella oportunidad, la oposición exigió el recuento manual del 100% de las boletas, actas, máquinas, huellas y cuadernos” de votación. En su lugar, el Consejo Nacional Electoral auditó un 54% de las mesas e hizo un muestro del 46%, sin revisar los cuadernos que registran a las personas que votan a través de las maquinas automatizadas. Los llamados de María Corina Machado parecieron un déjà vu. Los centros electorales se convirtieron en focos de protestas de opositores mientras la representante de la PUD en el CNE, Delsa Sólorzano, denunciaba que el organismo había parado la transmisión del resultado como una manera de ponerlo en duda.

La PUD se apoyó en su reclamo en un boca de urna, hecho por la encuestadora estadounidense Edison Research, que daba una diferencia de más de 30 puntos a favor de Edmundo González. Uno de los primeros en soltar la información fue Juan Forero, periodista de The Wall Street Journal. Detrás vinieron candidatos retuis de figuras como Leopoldo López que daban por certificada la información por provenir de un periodista estadounidense. “Los resultados son inocultables. El país eligió un cambio en paz”, remarcó el candidato opositor minutos antes de que el CNE diera sus resultados. Las palabras pronunciadas por González a las once de la noche se basaron en el 30% de las actas en manos de la PUD, según su vocero. Un muestro bastante bajo para proclamarse ganador de la elección.

Un grupo de países (Estados Unidos, Argentina, Colombia, Chile Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay) pidió que se respete la “voluntad del pueblo venezolano en urnas, lo que pareció una clara reedición del Grupo de Lima armado contra Venezuela después del 2017. “Los datos anuncian una victoria aplastante de la oposición y el mundo aguarda que reconozca la derrota luego de años de socialismo, miseria, decadencia y muerte. Argentina no va a reconocer otro fraude, y espera que las Fuerzas Armadas esta vez defiendan la democracia y la voluntad popular”, escribió el presidente argentino Javier Milei. Los comunicados de estos países coincidieron bastante con la recomendación hecha por Mark Feierstein, exjefe de la Agencia para el Desarrollo Internacional del Departamento de Estado durante la Administración Obama, de que Estados Unidos y sus socios emitan “advertencias rápidas” para prevenir “cualquier indicio de fraude”.

Con este ambiente, Elvis Almoroso, presidente del CNE, anunció la reelección de Nicolás Maduro por 5.150.092 (51,20%) contra los 4.445.978 (44,2%) de Edmundo González con una participación del 59% del electorado, 12.600.000 de venezolanos. Los números coincidieron casi a la perfección por los dados por el comunero y concejal Jesús García del PSUV, lo que demuestra la claridad de la estrategia del chavismo para ganar las elecciones. Maduro perdió más de un millón de votos entre la elección presidencial de 2018 y 2024, mientras que la oposición más de tres millones en relación a las parlamentarias de 2015, su último gran evento comicial. La abstención por la migración fue determinante para el resultado: a los 20 puntos de todas las elecciones se sumaron otros 20 más por este fenómeno.

Elvis Amoroso denunció que un hackeo desde el exterior interrumpió la transmisión de los resultados. “Tenemos las huellas del país extranjero desde dónde salió el ataque para cantar fraude”, denunció Nicolás Maduro en un escenario plagado de los artistas que cantaron en su campaña. Antes de conocerse los resultados, Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, anunció que se “garantizaría la paz por la que se salió a votar”, rodeado de los jefes militares venezolanos en un claro signo de apoyo al gobierno venezolano.

Para Nicolás Maduro resta por saber si su reelección es aceptada por Colombia, México y Brasil, los países de la región que han sido las válvulas de escape del cerco iniciado por el Grupo de Lima. ¿Y qué decisión toma la Casa Blanca ante el desconocimiento de los resultados manifiesto de la Plataforma Unitaria de Oposición? Si en medio de la campaña estadounidense, Venezuela se convierte en el epicentro de batalla entre republicanos y demócratas en estados importantes, como la Florida, tal como ocurrió en las presidenciales de 2020.

O si pesan los intereses de empresarios estadounidenses “que han mantenido conversaciones extraoficiales con Maduro y han presionado al gobierno de Biden para que levante las sanciones porque lo ven como una opción estable para la inversión”, según The Wall Street Journal. Hay en juego los negocios petroleros y de gas de compañías estadounidenses y europeas, como Chevron, Eni y Repsol, como la renegociación de los bonos de deuda venezolana por 60 mil millones de dólares comprometidos por Maduro. Una salida para el presidente chileno Gabriel Boric es un recuento independiente y auditable de las actas. Perú y Costa Rica, por su lado, calificaron de fraude la reelección. Mientras que el secretario de Estado, Antony Blinken, dijo tener serias “preocupaciones” de que el resultado no “refleje la voluntad del pueblo”.

Para María Corina Machado, la PUD ganó en todos los estados del país según sus conteos rápidos y sus bocas de urna. “Todas las actas que transmitió el CNE están en nuestras manos. Y coinciden con nuestros conteos que dan la victoria de Edmundo Gonzáles de 70% contra el 30% de Nicolás Maduro. Una victoria histórica de nuestro candidato. En los próximos días anunciaremos nuevas acciones para defender los resultados de las elecciones”. Un minuto después Corina Machado se corrigió y dijo que, en realidad, la oposición solo tenía el 40% de las actas. Lo que refuerza la tesis de que se armó una burbuja mediática, basada en la idea de una ventaja amplia de González, para repetir la estrategia de “revolución no violenta” con protestas de calle que busquen la fractura del chavismo y la repetición del ciclo de confrontación, superado años atrás.

Queda por ver si Venezuela, después de las elecciones, vuelve a los tiempos de la proclamación de Juan Guaidó o si se abre paso el proceso de apertura económica, impulsado por Maduro, esta vez, con reconocimiento internacional.