El Cierre de Laura Arroyo

El Senado acoge a los ultras contra las mujeres #ElCierre

No es poca cosa que una cumbre reaccionaria se celebre en el Senado. Porque no es lo mismo que esa cumbre se celebre en un recinto privado a que lo haga en nada menos que una cámara de representación estatal. Lo segundo es un agravio aún mayor

No sé qué es peor: si no cumplir con tu trabajo o mentir sobre eso, es decir, hacer creer que lo has cumplido. Porque el primero supone una acción de negligencia absolutamente reprochable, pero el segundo supone una segunda agresión: la de tomar por imbéciles al resto. A la gente. Esto es lo que preocupa de la política en general y de algunos partidos en la política española. El feminismo del PSOE no es el feminismo en el que creo; yo soy más de un feminismo interseccional, es decir, no blanco, antirracista, antifascista y, evidentemente, transinclusivo. En el PSOE esto último "se debate” y, por lo mismo, lo de antifascista tampoco les calza porque el discurso tránsfobo es una expresión del fascismo con disfraz de discurso de género. Y lo de antirracista, pues el día que dejen de avalar a Fernando Grande-Marlaska, su masacre en Melilla, sus CIEs y sus concertinas, y cuando Sánchez deje de decir que hay que retornar a los “irregulares”, lo conversamos.

El feminismo del PSOE no es mi feminismo, pero entiendo que, aun así, como es obvio, tengo algo más en común con ellos que con las ultraderechas reaccionarias que quieren apresarnos en las celdas de sus religiones, imponer sus crucifijos en nuestros ovarios, condenarnos a las desigualdades de todo tipo y, por supuesto, a abandonarnos a la violencia machista que ni reconocen. Sí, tengo algo en común al menos con ese feminismo del PSOE, que a mi juicio no-feminismo, pero defiende ciertas medidas que nos pueden acercar. Y es por eso que no me puedo creer que nos quieran hoy ver la cara de tontos con respecto a su negligencia en el Senado.

Creo que el PSOE se habría opuesto a la celebración de una cumbre antiabortista en un país donde el aborto es un derecho reconocido. Vaya, quiero creerlo. Yo sé que puede parecer cada vez más difícil si recordamos que fue el mismo PSOE el que se unió a una orquesta judicial y mediática reaccionaria para tumbarse la ley del Sólo sí es sí, es decir, que nuestro consentimiento estuviera en el centro. El PSOE, el que tenía a una ministra que dijo que bastaba “una heridita” para probar violencia (como si la violencia psicológica nos dejara cicatrices fáciles de ver) y es el PSOE de Carmen Calvo y su terfismo o el de Ana Redondo, que nombró a una tránsfoba nada menos como Directora del Instituto de las mujeres. Sí, puede ser difícil creer en el feminismo del PSOE, pero creo que a esto en concreto sí se hubieran opuesto. El problema es que tenemos una clase política bipartidista que ni siquiera se toma el trabajo de hacer su trabajo. ¿No es el trabajo de un senador leer los proyectos, propuestas, medidas que entran en la mesa que integran? ¿Para qué les pagamos entonces? El PSOE, esos tres votos socialistas, ni siquiera leyeron un documento y permitieron la unanimidad de la mesa por esa negligencia. Hoy tenemos, de momento, la amenaza de esta cumbre y a los socialistas haciéndose las víctimas porque “no se sometió a votación” algo que ellos no quisieron someter a votación porque es fácil engañar a la gente: nada en la Mesa del Senado se vota; sólo se vota cuando un senador lo solicita expresamente. Ninguno de los 3 del PSOE lo solicitó, es decir, no es que no lo han votado y han sido engañados como unos pobres corderitos, es que ni siquiera leyeron lo que estaba entrando en la mesa y ahora se llevan las manos a la cabeza por no trabajar cuando tocaba.

No es poca cosa que una cumbre reaccionaria se celebre en el Senado. Porque no es lo mismo que esa cumbre se celebre en un recinto privado a que lo haga en nada menos que una cámara de representación estatal. Lo segundo es un agravio aún mayor: hablamos de una cámara donde todas y todos estamos representados, es decir, una cámara que es nuestra y en la que han permitido que quienes violentan uno de nuestros derechos puedan no sólo hablar, sino gozar de todo el aparato que esta institución ofrece. Ya ni qué decir de lo que harán los medios de comunicación reaccionarios que tendrán una oportunidad de volver a poner a debate cuestiones que no están sometidas a ningún tipo de duda. Nuestros derechos y nuestros cuerpos a debate. Y luego nos preguntamos que por qué crece la ultraderecha.

Es verdad que del Pedro Sánchez que se preocupaba por el feminismo porque sus amigos de 40 y 50 estaban incómodos, hay poco que esperar. Es verdad que del PSOE que apostó por la contrarreforma de la ley del Solo sí es sí aunque nos digan que el consentimiento para ellos era también importante porque en la práctica se lo cargaron, hay poco que esperar. Es verdad que del PSOE que prefirió recuperar una cartera ministerial para no hacer nada, sino renunciar a dar una de las batallas más ideológicas y necesarias de este momento porque el feminismo es un movimiento transformador que pone en cuestión a todo el sistema económico, cultural, político, etc., hay poco que esperar. Pero lo mínimo, al menos lo mínimo que deberíamos poder esperar y elegir, es que aquellos a quienes les pagamos el salario con nuestros impuestos, hagan su trabajo. Como todos y todas nosotras. Si te toca leer 200 folios, pues los lees, así como los jornaleros están todo el día bajo el sol haciendo trabajo de la tierra y muchas veces no son pagados como deberían por ello. Resulta vergonzoso que lleguen los ultras a atentar contra nuestros derechos con el voto del PSOE, y peor aún que vayan a hacer este despliegue reaccionario en el Senado. Pero lo peor de todo es que nos quieran hacer creer ahora que, por si acaso, no sabían nada. Hagan su trabajo, piensen en cuánta gente quisiera que su trabajo consistiera en leer unos folios. Como siempre, nos veremos en las calles, hermanas. Hasta mañana.

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