Donald Trump y la violencia política

Está bien que los demócratas condenemos el intento de asesinato a Donald Trump. Pero no hemos de olvidar que él indultaría a los que están dispuestos a asesinarnos a nosotros

Alrededor de la medianoche española entre el sábado y el domingo, Estados Unidos se colocaba al borde del magnicidio. En una campaña electoral que parecía que iba a estar únicamente marcada por el debate sobre las capacidades cognitivas de Joe Biden y la necesidad de que el candidato demócrata se apartase de la carrera presidencial, un francotirador disparaba contra Donald Trump en un mitin en Pensilvania. Una bala rozaba la oreja del expresidente, hiriéndolo levemente, y otros tres disparos alcanzaban a miembros del público, asesinando a una persona y dejando dos heridos graves. En el vídeo del momento del tiroteo —que ha corrido como la pólvora por las redes sociales y por las televisiones de todo el mundo—, se puede ver cómo Trump reacciona rápidamente agachándose detrás del atril y, a los pocos segundos, varios agentes del servicio secreto lo rodean para protegerlo y cubrirlo de otros posibles disparos. A pesar del peligro, el colmillo político del candidato republicano se activa inmediatamente, levanta desafiante el puño derecho y se pone a gritar "fight, fight, fight", a lo que el público responde gritando "USA, USA, USA". A los pocos segundos, las fuerzas del orden ya habían "neutralizado" —es decir, matado— al francotirador; según el FBI, un joven de 20 años llamado Thomas Mathew Crooks que habría utilizado un rifle semiautomático tipo AR-15 aparentemente adquirido legalmente por su padre. En el momento de escribir este editorial, se desconocen los motivos que podrían haber llevado a Crooks a intentar asesinar a Donald Trump, aunque se sabe que no tenía antecedentes penales, que estaba registrado como votante republicano y que en 2021 había donado 15 dólares al Progressive Turnout Project, una organización de participación electoral cercana al partido demócrata.

Tras el atentado, todos los líderes mundiales —incluido, por supuesto, Joe Biden— han condenado contundente y públicamente lo sucedido y muchos han señalado el grave peligro para la democracia que supone la violencia política. Algunos, como Santiago Abascal en España o Javier Milei en Argentina, han ido un poco más lejos y han culpado a la izquierda del ataque a pesar de que no existe ninguna prueba al respecto sino más bien todo lo contrario. Felipe VI ha hecho pública una carta directamente dirigida a Trump en la cual, además de su más enérgica condena, también traslada al expresidente su "más alta consideración y estima personal".

Estimas personales aparte, es obvio que cualquier demócrata condena la utilización de la violencia como arma política. En este sentido e independientemente de la ideología de la víctima, la censura unánime del intento de asesinato a Donald Trump era tan esperable —automática, de hecho— como saludable. Absolutamente nada justifica que alguien intente interferir en un proceso democrático mediante la violencia. Pero, precisamente por ello, la reacción ante lo sucedido no se puede quedar ahí.

Absolutamente nada justifica que alguien intente interferir en un proceso democrático mediante la violencia. Pero, precisamente por ello, la reacción ante lo sucedido no se puede quedar ahí

Del mismo modo que es obligación de todo demócrata el condenar el ataque sufrido por Donald Trump, también lo es el recordar que, para el propio Trump, la violencia física —e incluso el asesinato— sí son formas legítimas de hacer política. El expresidente y candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos en las elecciones del próximo 5 de noviembre no solamente animó a una violenta turba ultraderechista a asaltar el Capitolio el 6 de enero de 2021 para intentar dar un golpe de estado después de haber perdido las elecciones. Además, varias veces en los últimos meses ha tenido palabras de elogio para los asaltantes que dieron brutales palizas a varios agentes de policía —con el resultado de que uno de ellos murió al día siguiente del asalto como consecuencia de las lesiones y cuatro más terminaron suicidándose durante los días y semanas inmediatamente posteriores— y ha prometido que los va a indultar si gana las elecciones a finales de este año. No solamente Donald Trump ha sido condenado por ejercer la violencia sexual contra la escritora E. Jean Carroll y no solo son habituales sus discursos de odio y de violencia política contra las personas migrantes y contra sus adversarios. Además, defiende explícitamente la utilización de la violencia física como vía legítima para subvertir el resultado de unas elecciones.

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Está bien que los demócratas condenemos el intento de asesinato a Donald Trump. Pero no hemos de olvidar que él indultaría a los que están dispuestos a asesinarnos a nosotros.