El Frente Amplio de Chile y Bachelet

Como ha dicho el  diputado y líder frenteamplista Gonzalo Winter, el Frente Amplio tiene la obligación de tener una candidatura presidencial el año entrante

El Frente Amplio de Chile, a través de un proceso de fusión de sus organizaciones integrantes, ha fortalecido sus líneas para transformarse en el partido más numeroso en militancia de todo el arco político y con la bancada parlamentaria más grande de Chile. Es el partido-eje del gobierno que encabeza el frenteamplista Gabriel Boric, quien, sin embargo, ha tenido que ceder creciente espacios al bloque socialdemócrata para afirmar la gobernabilidad del país que recibió hace poco más de dos años, que venía saliendo de una revuelta social, la pandemia del Covid-19, un proceso constitucional y dos plebiscitos que rechazaron las propuestas para reemplazar la carta magna heredada de la dictadura del general Augusto Pinochet.

A los problemas heredados de la administración del fallecido presidente Sebastián Piñera, como altos indicadores de inflación, bajo crecimiento económico, pérdida de ritmo de las inversiones, y alta conflictividad en el sur indígena, entre otros, el gobierno de Boric se encontró con nuevas dificultades. La principal derivada de los resultados electorales que el propio presidente obtuvo al quedar en segundo lugar en la primera vuelta de la elección presidencial, después del ultraderechista José Antonio Kast. En ese momento Boric y el Frente Amplio tuvieron que abrirse a una nueva alianza e integrar a las fuerzas de la ex Concertación que gobernó durante 20 años. La socialdemocracia y otras fuerzas progresistas le dieron a Boric los votos para llegar a La Moneda, pero no para obtener una mayoría parlamentaria.

Con ambas cámaras del Congreso en contra, el gobierno del Frente Amplio, ahora apuntalado por la ex Concertación y el Partido Comunista, no ha conseguido llevar adelante su programa de transformaciones que apuntaba a desmontar piezas claves del entramado neoliberal chileno, como el sistema de pensiones y la estructura tributaria. La cerrada oposición derechista ha obligado a la izquierda a moderar sus propuestas a tal nivel que se parecen muy poco a las originales. Y con ello también se va desdibujando el perfil de la izquierda y, sobre todo, de su fuerza más innovadora. Algunos de sus posicionamientos en política internacional han generado incomprensión en sectores de la izquierda latinoamericana que juzgan que la presión mediática de la derecha chilena condiciona demasiado a los líderes del Frente Amplio y a las dirigentes del Partido Comunista con responsabilidades de gobierno.

El desdibujamiento del perfil ideológico que señalamos explica la urgencia con la que el Frente Amplio apuró su proceso de fusión.

El camino que tiene el Frente Amplio por delante es complejo en sus tramos más cercanos, por lo que deberá trabajar para dar continuidad estratégica a su proyecto de cambios

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Pero no es solo la derecha opositora (mediática y política) la que amenaza la posibilidad de desplegar la iniciativa del Frente Amplio, también entre sus aliados del Socialismo democrático —como se llama el bloque de partidos de la ex Concertación— hay un marcado interés por desplazar la hegemonía del nuevo partido de la izquierda chilena. No solo a través de reformas parciales, a menor ritmo, y sin afectar grandes intereses, también lo hace al buscar llenar el vacío que tiene el Frente Amplio al no contar desde ya con una candidatura presidencial que de continuidad al proceso que lidera Boric.

En ese plano, la fuerte arremetida comunicacional y en terreno de la expresidenta Michelle Bachelet es funcional a la estrategia de desplazar al Frente Amplio y quitarle la hegemonía política a ese sector. Una primera medición de fuerzas se verá en octubre de este año, en las elecciones municipales, donde las fuerzas de izquierda y progresistas buscarán derrotar a la derecha y sus sectores más extremos, pero también será testeadas las fuerzas internas, que para marzo del 2025 ya deberán perfilar sus candidaturas presidenciales de fin de año.

Hace solo ocho años fue fundado el Frente Amplio de Chile, por entonces integrado por media docena de pequeñas organizaciones de izquierda que comenzaban a disputar espacios institucionales luego de liderar masivas manifestaciones estudiantiles por la gratuidad de la educación, sobre todo en el 2011, periodo en que gobernaba Sebastián Piñera. Desde entonces el sello distintivo del Frente Amplio es su conexión con los movimientos sociales, particularmente con el feminismo, y su decisión de disputar todos los espacios institucionales. Fue así como una camada de jóvenes militantes conquistó sillones en el Congreso sin soltar la calle, construyó una fuerza política sin desprenderse de su inserción social, corrió los ejes de la izquierda hacia la recuperación de la memoria allendista, sin renunciar a su contenido socialista.

Por ello, como ha dicho el  diputado y líder frenteamplista Gonzalo Winter, el Frente Amplio tiene la obligación de tener una candidatura presidencial el año entrante, como conducto para levantar el proyecto y las trasformaciones que quedarán pendientes y no ceder terreno en los espacios institucionales, territoriales, sociales y políticos ya conseguidos. Si esa candidatura tuviera que medirse en unas elecciones primarias acordadas por un proyecto unitario de las izquierdas y el progresismo, probablemente se encontrará con la de Michelle Bachelet. Como sea, el camino que tiene el Frente Amplio por delante es complejo en sus tramos más cercanos, por lo que deberá trabajar para dar continuidad estratégica a su proyecto de cambios.