El Cierre

VOX cumple su amenaza, pero ¿sirve de algo? #ElCierre

Los de Abascal han tomado lecciones y saben también que para endurecer el discurso necesitan poner en el foco de los ataques a los más vulnerables

VOX ha cumplido parte de su amenaza. La ultraderecha rompe pactos con su socio también de derecha extrema a estas alturas, el Partido Popular, y ya hay analistas que no han tardado ni 24 horas en decir —casi con entusiasmo— que el PP tiene ahora una oportunidad de “demostrar” que no son extrema derecha, que son una suerte de centralidad en el tablero político y reflotar su imagen de “centroderecha democrática”. A veces, en España, parece que no aprendemos nada.

VOX ha cumplido parte de su amenaza porque rompe pactos en cinco comunidades autónomas donde, por cierto, los presupuestos están aprobados. Es decir, pueden ser prorrogables. Es decir, no se rompen los gobiernos necesariamente. De hecho, algunos concejales de VOX están rompiendo antes con el partido que con los sillones. Esperable, por supuesto. Esos son los que viven del dinero del estado, no las migrantes, pero como es el racismo el que manda, a ellos no se les acusa de eso, ¿Verdad? Pero además, en muchos ayuntamientos de ciudades de peso en España, esa amenaza no se ha concretado. Al menos no de momento. Es decir, rompen algunos pactos, mantienen otros, pero, eso sí, la performatividad de distanciamiento está a la orden del día. Que se note que nos hemos enfadado muchísimo. Da igual que tan sólo horas antes VOX y PP se fundieran en un abrazo al lograr derogar la ley de memoria en Valencia. Da igual que más allá de los puestos en gobiernos autonómicos, lo que compartan es más profundo, sea proyecto político. No olvidemos que las políticas de desmantelamiento de lo público, de ruptura de la legislación por memoria, de afrenta contra derechos del colectivo LGTBIQ o de negacionismo de violencias machistas tiene en ambas extremas derechas —la de VOX y la del PP— a sus más fieles defensores. Es ese proyecto compartido el que hace que lo que estemos viendo pueda tener algún efecto concreto en clave táctica e incluso electoral eventualmente, pero poco más. Y lo que es terrible, es la excusa que han esgrimido para este teatrillo.

¡Ojo!, si algo parece ser claro es que VOX necesitaba fortalecer su imagen política y hacerlo suponía endurecer el discurso. Las lecciones que han tomado del proceso electoral en Francia, por ejemplo, no son menores. Le Pen es un espejo en el que quieren mirarse más allá de que la ultraderecha francesa fuera contenida en las últimas legislativas por una izquierda que tenía claro que había que brindar una alternativa en lugar de brindar malmenorismo. Los de Abascal han tomado lecciones y saben también que para endurecer el discurso necesitan poner en el foco de los ataques a los más vulnerables. En ese ejercicio de inhumanidad absoluta les ha llegado una cifra que han utilizado para justificar su subida de tono en la estrategia política: 110. 110 es la cifra que ha sido el punto de quiebre de esta alianza que, como digo, no acaba, sólo finge que lo hace. 110. Hablamos de la vida de 110 niños y niñas que han sido utilizadas como falaz justificación. Pensémoslo un minuto: ¿En serio creemos que ayer se habló aunque sea cinco minutos de esas casi 3 horas que duró el cónclave facha, de la vida de los niños y niñas migrantes? ¿En serio creemos que la conversación fue sobre derechos de la infancia? Ni un solo minuto lo utilizaron en debatir el acuerdo entre el PSOE y el PP sobre distribución de niños y niñas migrantes. Lo que tenían que discutir es qué convenía más al fascismo español, y cómo escenificar mejor la decisión para sacar todo el rédito posible. Punto.

Y esto es lo más alarmante de todo. VOX nos está lanzando un mensaje clarísimo: vamos a ir con todo. Da igual que sean niños, da igual que estén indefensos, da igual que sean vulnerables. Si ya éramos unos bestias, ahora nos verán agravados. Si ya éramos miserables, ahora lo verán en mayor intensidad. Están siendo clarísimos en su mensaje y cualquiera que crea que el Partido Popular encontrará en este teatrillo una vía de reconversión para moderarse se esta engañando y a la vez nos está tomando el pelo a todas. El PP es también esa bestialización. ¿Qué es Aznar? ¿Qué es Ayuso? ¿Qué es Almeida? y por supuesto, ¿Qué es Feijóo diciendo que la inseguridad somos nosotras? Y sobre todo, ¿Qué clase de miseria humana es aplaudir al Partido Popular por no aceptar la distribución obligatoria de niños y niñas indefensas, sino sólo de mantener las cifras que ya aceptó el año pasado pero que luego incumplió? El PP no ha cedido en nada. Y tenemos a los medios de derechas y a la progresía comprando el relato de VOX de que rompe con el PP porque VOX ha aceptado una dosis de humanidad. El PP no ha aceptado nada. Esas 110 vidas de niños y niñas no han supuesto ni siquiera acordar la obligatoriedad en su distribución. Y es VOX el que quiere hacernos creer que el PP ha cedido en algo para justificar su tacticismo político. ¿Podemos dejar de comprarle los marcos a la maldita ultraderecha colegas periodistas? Y, por cierto, colegas periodistas, ¿Por qué durante toda esta semana que los derechos migrantes han sido el tema de agenda no ha habido migrantes en vuestros platós y espacios radiales y portadas para analizar lo que está pasando? Porque deshumanizar a las migrantes es ultraderecha, pero invisibilizar nuestras voces y nuestras opiniones, es decir, no contar con nosotras como sujeto político, ¿Qué es? ¿Dónde están nuestras voces, señores de la progresía mediática supuestamente derechohumanista? Y por cierto, dejo esta pregunta en el aire: ¿Acaso no creemos que la gran coalición se hará notar en estas autonomías donde VOX finge haber roto? ¿Creen que no veremos a un PSOE haciendo de muleta del PP? ¿Luego de un acuerdo bipartidista sobre el CGPJ dudamos de que pueda haber ese encuentro? Responda usted.

Hay una posdata final que quiero apuntar en esta semana difícil. Amigos y amigas españolas, pero sobre todo hermanos y hermanas migrantes, VOX no sólo ha lanzado un mensaje a la clase política al confirmar que van a ir con todo. Nos ha lanzado un mensaje a nosotras al decirnos que somos las primeras. Nuestras hijas y nuestros hijos son los primeros. Nuestros niños y niñas son las primeras. No van a ceder ni un milímetro. Nuestras vidas están en riesgo. Por cómo nos vemos, por cómo hablamos, por los trabajos que desempeñamos, pero sobre todo, porque saben que somos los cuerpos más vulnerables. Pues bien, precisamente porque sé lo que nos estamos jugando, precisamente porque siento y temo por la amenaza que nos están haciendo delante de todas las cámaras para que el mundo los oiga y los vea, no podemos ni por un segundo aceptar que nos digan que es mejor cualquier cosa a que gobierne la ultraderecha. No es verdad. No nos basta con postergar a la ultraderecha porque estamos viendo lo que hace cuando es postergada. Se repliega, se recicla, se repiensa, y vuelve todavía más bestia. Necesitamos garantizar su punto final. Necesitamos acabar con la ultraderecha y eso sólo se logra rompiendo el maldito consenso del malmenorismo, rompiendo la gran coalición, rompiendo las defensas del extremo centro, rompiendo ese espejismo de estabilidad que nos venden los grandes defensores del régimen del 78. No necesitamos contener a la ultraderecha, necesitamos vencerla. Necesitamos transformación radical. Necesitamos impugnación feroz. Necesitamos poner todas nuestras manos y cuerpos en esa construcción de resistencia ganadora que supone denunciar a la ultraderecha pero también y sobre todo a quienes mantienen el escenario que les permite existir y estar fuertes. Nuestras vidas, hermanas y hermanos, están en juego. No podemos ceder a su malmenorismo. Porque su malmenorismo es nuestra sentencia de muerte. A cambiarlo todo. A exigirlo todo. A construir esa alianza verdaderamente transformadora que es hoy nuestra única esperanza. Un abrazo, hermanos y hermanas. Estamos juntas en esto. Hasta el lunes.

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