‘Los Iglesias. Hermanos a la obra’: Chábeli y Julio José necesitan tu dinero

Al más puro estilo Mediaset, RTVE, sumida en un declive alarmante, ha aprobado que los hijos de Julio Iglesias ganen 328.000 euros por un reality

Si uno entra en la web de RTVE, puede leer que sus principios tienen una misión: el servicio público. Busca, dicen, garantizar “un entretenimiento de calidad”. Vamos a detenernos en estas últimas cuatro palabras. 

Ahora imaginen a un productor, algo nervioso porque tiene una cita concertada con el máximo responsable de contenidos de la cadena pública. Su asistente le sonríe y le invita a entrar en el enorme y luminoso despacho del señor importante. 

—Cuéntame— dice el señor importante de RTVE, sonriente pero apremiante.
—Hermanos a la obra— dice el visitante moviendo sus brazos y dibujando un imaginario cartel en el aire. Dos hermanos que se dedican a las reformas en casas de famosos.
—Ya existe, el programa de los gemelos Scott— dice serio el señor importante.
—Esto es mejor: los hermanos son Chábeli Iglesias y su hermano Julio José—.
—Sigue contando— le responde tras una larga pausa.

El visitante, emocionado, sabe que esa respuesta casi es un sí en la cadena pública. Y sigue contando, como le han ordenado: Chábeli es decoradora de interiores y esa será su labor en Los Iglesias. Hermanos a la obra (definitivamente el juego de palabras le encanta al señor importante), que se grabará en Miami y en Madrid. Todo comenzará con un encargo, para el que Chábeli diseñará el proyecto y Julio José trasladará las ideas de su hermana a la realidad, encargándose de la reforma. Por el programa desfilarán gente como Luis Fonsi, Ana Obregón, Norma Duval y Omar Montes y hasta la madre de los protagonistas: Isabel Preysler.  

Los Iglesias. Hermanos a la obra consta de un total de ocho episodios y cada uno de ellos (según el portal de Transparencia de RTVE) cuesta exactamente 244.664,99 euros. El proyecto tiene un presupuesto conjunto de dos millones de euros y una cuantía de medio millón será la dedicada al desembolso del personal artístico, conjunto entre los que se incluyen los sueldos de Chábeli y Julio José.

Nada de esto sería posible sin suscriptores

De esos 500.000 euros totales del apartado “personal artístico”, 328.000 euros irán destinados a las nóminas de los dos protagonistas y Chábeli será la más beneficiada de la producción de la cadena pública, con 28.000 euros por episodio frente a los 13.000 euros por episodio que ganará su hermano. Chábeli se embolsará 224.000 y Julio José 104.000. Por otra parte, a estos gastos habrá que sumar los 103.200 euros que Beta Entertainment Spain, la productora, invertirá en viajes, dietas y comidas, además de los 145.200 euros destinados a escenografía y los 793.093,98 euros del equipo técnico, entre otros gastos. Beta Entertainment Spain es responsables de auténtica ponzoña audiovisual como El humor de mi vida (con Paz padilla) o En la corte del Principito (con Omar Montes). Imaginen el nivel.

Chábeli Iglesias (casada con Christian Fernando Altaba, empresario inmobiliario que estudió en el colegio suizo Le Rosey, por el que han pasado ricos y aristócratas como el rey Juan Carlos I) no es nueva en la televisión. Llegó a tener su propio talk show, un infame programa titulado El show de Chábeli, aunque su momento televisivo más recordado llegó cuando, en pleno directo del séptico programa Tómbola, abandonó el plató y dijo sobre sus carroñeros entrevistadores: “Esta gente son gentuza”. Es lo más inteligente que ha dicho Chábeli en su vida.

Por su parte, Julio José ha sido efímero modelo, deplorable cantante, ha presentado un reality de música country y ha participado en bazofias como Tu cara mu suena, de Antena 3. Eso sí: ninguno de los dos supera en celebridad a la ilustrísima señora Tamara Isabel Falcó Preysler, hija de Isabel Preysler, VI marquesa de Griñón, ultracatólica y ultraderechista que tuvo su propio reality (We love Tamara), es “tertuliana de actualidad” en El Hormiguero y ganó la cuarta edición de un programa todavía más pestilente que el presentado por Pablo Motos: MasterChef Celebrity. ​ 

Este tóxico e insalubre espacio, digno de una tele privada y no de una pública, es otro ejemplo de la deriva que lleva años sufriendo RTVE, que este verano incluso ha vuelto a recuperar ese horror llamado Grand Prix. No hay derecho a que alguien en un gran despacho haya decidido que gastarse dos millones para que veamos cómo gente de pasta reforma su casa en Miami es un “entretenimiento de calidad”. Los primeros reformados, por cierto, fueron la pareja formada por Beatriz Luengo (UPA Dance) y Yotuel. He tenido que buscar quién es el tan Yotuel. Resulta que es un hortera que dice dedicase a la canción. Por su salud mental, no intenten hacer como yo y buscar lo que perpetra.

Y como era de esperar, Los Iglesias: Hermanos a la obra es una basura. El programa de RTVE es malo hasta como reality porque sus protagonistas actúan de mala manera, las situaciones están guionizadas (disculpad por usar estas palabras, amigos guionistas) y forzadas, todo parece una obra de teatro de fin de curso. Pero eso no es lo peor: lo más godo es que este programa, aparentemente blanco, esconde un evidente mensaje de clase. Aquí no se reforman humildes bares, como en el reality de Chicote, o se nos dan consejos como en Bricomanía. No, aquí nos limitamos a ver cómo dos pijos de cuna reforman la casa de dos horteras con dinero.

No sabemos si en el futuro el ente público producirá, con nuestro dinero, más temporadas de Los Iglesias. Hermanos a la obra, pero es posible. Al emitirse tras el España-Francia, el espacio fue un éxito y lo siguió una media de 1.051.000 espectadores, firmando un 15.2% de cuota de pantalla, por lo que fue el espacio líder de su franja.

Por cierto: los fachas que pusieron el grito en el cielo con el futuro programa de David Broncano en RTVE no han dicho ni mu sobre este obvio despilfarro. Como siempre, se descubre a un facha más por lo que calla que por lo que cuenta.  

Lo mejor: nada.
Lo peor: que ese “entretenimiento de calidad” del que se vanagloria RTVE es un chiste y la repugnancia que da una tal Camila Guiribitey, millonaria nacida en Cuba y coleccionista de bolsos de altísima gama.