‘El último late night’: ¿Qué vieron los críticos en esta sandez?

Cuesta entender que este disparate, un filme pueril, cutre y pobremente escrito, haya despertado la admiración de la crítica
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Stephen King dijo de ella: “Es absolutamente brillante, no podía quitarle los ojos de encima”. Los creadores de El último late night, los hermanos australianos Cameron y Colin Cairnes, realizadores especializados en el cine de terror (antes rodaron 100 Bloody Acres y Scare Campaign, dos tonterías), aprovecharon las palabras del famoso novelista para la promoción y hasta su distribuidor tuvo la jeta de decir que la película había recaudado 666.666 dólares el domingo 24 de marzo. Menudo cachondo.

El último late night (su título original, a saber por qué lo ha cambiado su distribuidor, es Late night con el diablo) está ambientada en la noche de Halloween de 1977. En su programa nocturno el presentador (en horas bajas) Jack Delroy entrevista a una parapsicóloga y a una adolescente que es la única superviviente de una matanza masiva en una iglesia satánica. La niña, poseída por un demonio, no tardará en desatar el pánico y el terror en pleno directo.

La película de los hermanos Cairnes forma parte de una tendencia fílmica conocida como película de terror de metraje encontrado (found footage) y que ya desarrollaron filmes como Holocausto caníbal, El proyecto de la bruja de Blair o Cloverfield. Bueno, así es como se nos ha vendido El último late night, otra cosa es el lamentable resultado final porque he sido incapaz de entra en la película, de creérmela. Ni como metraje encontrado, ni como ficción de terror, ni como sátira, ni como nada.

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Lo primero que me sacó de esta nueva “película de terror imprescindible y renovadora del género” es su reparto. A excepción de la joven Ingrid Torelli (Lilly, la niña poseída), me sorprendió el bajísimo nivel de sus actores, mal dirigidos, nada creíbles. Se lleva la palma, eso sí, David Dastmalchian, elegido para el papel principal y personaje central de la película, Jack Delroy, después de que los hermanos Cairnes leyeran un artículo suyo, para la revista Fangoria, sobre presentadores de televisión de terror regionales. A Dastmalchian, sobreactuado hasta el ridículo, ya lo vimos como olvidable secundario en sandeces como Jay y Bob el silencioso: El reboot o El Escuadrón Suicida.

Pero el verdadero problema de El último late night es el guion, que parte de una idea original, pero acaba en una estupidez insultante. La creación de sus personajes, por cierto, está basada en personas reales. El personaje de Carmichael Haig está inspirado en el James Randi, mago que se hizo famoso por exponer fraudes relacionados con la parapsicología, el ocultismo, lo sobrenatural, la homeopatía y otras pseudociencias. Por otra parte, el personaje de Christou se parece a dos mentalistas de la vida real: Criswell, famoso por sus estrafalarias predicciones, y el mentalista George Joseph Kresge. Ambos aparecieron en el famosísimo The Tonight Show de Johnny Carson. Además, Christou también tiene cierto parecido con un hipnotizador australiano llamado Peter Reveen, muy popular en los años setenta.

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La película también habla de un club exclusivo para hombres llamado The Grove. Obviamente se refiere al Bohemian Grove, ubicado en 20601 Bohemian Avenue en Monte Rio, California. El selecto Grove cuenta con políticos (incluidos los presidentes Reagan, Nixon o Bush) y empresarios y uno de los fundadores de Grove fue Ambrose Bierce, autor del Diccionario del Diablo. El símbolo del club es el búho (igual que el del programa de Delroy) y durante años se ha hablado (en programas sensacionalistas como el de Iker Jiménez) de extrañas ceremonias en las que los miembros del Grove se visten de druidas y prenden una hoguera frente la enorme estatua de un búho llamado Moloch.

El resultado final del guion de El último late night, que podéis ver en Filmin, es una idea estirada (una posesión demoniaca en directo) y que no da, en absoluto, para hora y media de película. Su escritura, una ignominiosa colección de clichés baratos (vomitonas, voces distorsionadas, levitaciones, etéreas apariciones) es pueril y su fusión de terror con toques de humor no funciona en ningún momento. La película no da miedo y no tiene gracia, por lo que estamos hablando de un morrocotudo fracaso.

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Lo peor que le puede pasar a una película es que no encuentre su lugar en el género. Y es el caso, aunque nos hayan vendido este bodrio como el último hito en cine demoniaco. El último late nignt no es una buena comedia de terror, ni una buena película de género con mensaje (contra la televisión basura) y al verla sientes vergüencita ajena. Y eso en lo que respecta al fondo, la forma también es tremendamente pobre, con unos efectos especiales patéticos.

Su idea, que es interesante, pero está innecesariamente alargada, podría haber funcionado bien en una antología tipo Creepshow o Historias de la Cripta, cortos cocinados con terror y también cierto cachondeo y humor, capítulos para no tomarlos del todo en serio. De hecho, al ver El último late night tienes la sensación de que esa fue su forma originaria, una idea corta para una plataforma.

Al acabar El último late night, me dispuse a leer las críticas profesionales y ahí es cuando llegó el verdadero pavor. Javier Ocaña, en El País, hablaba de una película “estupenda” y que “entronca de manera harto consciente y demoledora con una obra tan significativa y clarividente como Network, un mundo implacable, de Sidney Lumet, con su crítica de la búsqueda de la audiencia a cualquier precio y sus telepredicadores para tiempos de paranoia política y social, e incluso con El rey de la comedia, de Martin Scorsese, y los momentos en los que todo puede pasar en un plató de televisión”. ¿Qué película ha visto este hombre?, me pregunté inmediatamente. Me pasó lo mismo con Fran Chico, que en Fotogramas escribió que estamos ante “una especie de clásico de culto instantáneo”, y con Miguel Ángel Romero, que en Cinemanía dijo que El último late night es “una de las mejores películas de terror del año”. No daba crédito.   

En fin, qué queréis que os diga, yo para exorcismos televisados en directo me quedo con los del profesor Cavan de El día de la bestia (enorme Armando De Razza). Esa sí que es una grandísima comedia de terror y no este subproducto.

Lo mejor: el decorado, la dirección de arte.
Lo peor: todo lo demás.