Escenario incierto en Catalunya

Sería muy aventurado afirmar que una detención de Carles Puigdemont en suelo catalán no pudiera producir importantes movimientos de cara a la votación de investidura
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David Zorrakino / Europa Press

Este viernes a última hora de la tarde muchos daban por resuelta la situación al conocer el resultado de la votación de las bases de ERC, que, con 3397 votos (un 53,5% de los emitidos), aprobaban investir a Salvador Illa como President de la Generalitat a cambio de un acuerdo político cuyo elemento más significativo es el establecimiento de una ‘financiación singular’ para Catalunya que sacaría a esta comunidad autónoma del régimen general estableciendo una suerte de concierto. Sin embargo, no parece que los análisis que consideran que lo más importante está zanjado después de esta votación sean más que desiderata. Más allá de las numerosas e importantes dudas que rodean a la concreción de dicho acuerdo —¿cómo se cuantificaría la cantidad que en Catalunya debería devolver al Estado central por los servicios que éste presta?, ¿cómo se calcularía la cuota de solidaridad que Catalunya aportaría al sistema para hacerlo más redistributivo?, ¿qué significa exactamente el criterio de ‘ordinalidad’ tantas veces mencionado?—, más allá de las dudas que rodean también a la propia materialización del mismo, toda vez que son necesarios 176 votos a favor en el Congreso de los Diputados para reformar la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (la LOFCA) pero el Gobierno solamente podría contar con un máximo de 174 —167 si Junts tampoco apoya la reforma— de acuerdo con las manifestaciones públicas ya hechas por los diferentes partidos, más allá de todas estas cosas que están todavía en el aire y que no parece nada fácil que se puedan resolver, ni siquiera en el caso de que todo lo que se refiere al acuerdo político entre el PSOE y ERC se pudiera finalmente concretar y solucionar —ni siquiera en ese muy hipotético escenario— podríamos afirmar que la coyuntura que se abre en Catalunya a partir de la votación del viernes sea estable o predecible.

Para empezar, hay que recordar que la mayoría absoluta en el Parlament —aunque solamente hace falta una mayoría simple para una investidura, si todos los demás votan en contra, necesitas la absoluta— es de 68 diputados y eso es exactamente lo que suman los 42 diputados del PSC, los 20 de ERC y los 6 de Comuns-Sumar. Ni uno más ni uno menos. Es decir, que, si un solo diputado de esta eventual mayoría falta ese día al pleno o vota algo diferente de verde por el motivo que sea, entonces no habrá investidura y sí habrá repetición electoral. Esta precariedad límite de la mayoría de investidura ya sería un dato a tener en cuenta en condiciones normales y lo es todavía más si ponemos encima de la mesa algunos elementos importantes que están presentes en la actual coyuntura política catalana. En primer lugar, hay que atender a la votación de las juventudes de ERC de mañana lunes ya que una de las diputadas republicanas responde a la disciplina de la asamblea de las JERC y no al mandato que se produjo el pasado viernes. Si las juventudes votasen en contra de la investidura de Salvador Illa, ésta no se podría producir ya que no dispondría de 68 votos a favor. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la mayoría que se ha expresado en las bases de ERC es bastante ajustada. De hecho, ya hay voces internas de la formación que están pidiendo libertad de voto para los diputados atendiendo al hecho de que la correlación de fuerzas es del 53,5% frente al 44,8%; un partido prácticamente dividido en dos. Si solamente uno de los escaños del grupo parlamentario de ERC decide no apoyar la investidura de Salvador Illa debido a esta débil legitimidad democrática del mandato, entonces —de nuevo— habría repetición electoral. Por último, no se puede soslayar tampoco que se va a producir en los próximos días un evento político de carácter tectónico: después de casi siete años en el exilio, Carles Puigdemont confirmaba ayer que va a volver a Cataluña para el debate de investidura y que no descarta ser detenido por la policía. Teniendo en cuenta el alto voltaje que ha mantenido durante años el procés en torno a la aplicación del artículo 155 por parte del Estado español para derrocar al “President Legítim”, teniendo en cuenta también que tanto Junts como ERC comparten que ese acto fue un acto de violencia política contra el autogobierno catalán y recordando que unos y otros han señalado a Salvador Illa como parte de la operación españolista para intervenir la Generalitat y descabezar la máxima representación institucional de Catalunya, sería muy aventurado afirmar que una detención de Carles Puigdemont en suelo catalán no pudiera producir importantes movimientos de cara a la votación de investidura. Desde luego, la presión mediática y ambiental contra ERC va a ser máxima.

No se puede soslayar tampoco que se va a producir en los próximos días un evento político de carácter tectónico: después de casi siete años en el exilio, Carles Puigdemont confirmaba ayer que va a volver a Cataluña para el debate de investidura y que no descarta ser detenido por la policía

Finalmente, incluso aunque todos estos elementos se acaben resolviendo en favor de una investidura de Salvador Illa y todos y cada uno de los 68 escaños que necesita para ser President voten a favor, incluso en ese caso, no parece fácil hacer predicciones a corto plazo respecto de la estabilidad política en Catalunya. Primero, porque, como ya hemos dicho, no parece que haya números en el Parlamento español para que el PSOE pueda cumplir con su parte del trato; y eso suponiendo que quiera hacerlo, cosa que no está para nada clara teniendo en cuenta el enorme ruido interno que se ha producido en dicho partido como consecuencia del acuerdo alcanzado con ERC. Como comentamos en un editorial reciente, ya hay voces del PSOE diciendo a los periodistas que están tranquilos porque saben que lo acordado nunca se va a producir. Con este contexto, ERC se dirige a una asamblea en noviembre en la cual tendrá que elegir una nueva dirección y la correspondiente hoja de ruta estratégica. Teniendo en cuenta el resultado de la votación del pasado viernes, parece evidente cuál va a ser la pregunta fundamental que se va a contestar en ese proceso y no parece nada claro cuál va a ser la respuesta. En la actual situación, los republicanos están partidos en dos y no es fácil atisbar en el horizonte cómo se puede cerrar esa brecha con Salvador Illa al frente de la Generalitat. Por último y como se ha señalado ya en numerosos análisis, no cabe duda de que el hecho de que el PSOE impida a Carles Puigdemont ser President y lo haga mediante un pacto con su principal rival en el campo independentista es algo que va a tener repercusiones en la estabilidad de la legislatura española a través de los siete escaños que tiene Junts en la carrera de San Jerónimo y que son indispensables para aprobar cualquier texto legislativo en la cámara baja.

Todo esto son hechos objetivos y cualquiera que pretenda ser capaz de ver más allá de la bruma o bien tiene una bola de cristal, o bien está expresando más un deseo que una predicción, o bien directamente está mintiendo.

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