El Cierre

Déjame que te hable de Perú #ElCierre

Esos cuerpos marrones, racializados, plebeyos, indígenas y combativos. Esos cuerpos que hoy están en primera línea, nuevamente, luchando por un país que también es de ellos. Y yo estoy con ellas y ellos

Latinoamérica se rebela, siempre. Nuestra Abya Yala tiene una tradición de disputa férrea contra las fuerzas opresoras en la forma que tengan. En forma de un imperio como el español en su día, en forma del imperio yanquee (estadounidense) o en forma de la ultraderecha actual que no es otra cosa que la prolongación de esos intereses imperialistas en su versión contemporánea, es decir, neoliberal y bestializada. Ayer, en Venezuela se ha reconocido a esa ultraderecha como un adversario de temer. No hace falta simpatizar con nadie, si no quieres, para reconocer sin ningún lugar a dudas que la oposición venezolana encarna los peores vicios y alarmas de nuestro momento político actual. Una ultraderecha sionista, racista, clasista, neoliberal y sumisa ante los poderes, por lo mismo, apoyada por ellos. Repito: sionista, racista, clasista y neoliberal. Cuando en los análisis te intenten disfrazar de demócratas a estos personajes hay que recordarles estas características, no porque los haga antidemócratas, pero sí un problema. Con luces y sombras, Venezuela sigue siendo ese terreno en disputa que es la locomotora de las revoluciones impugnadas y antiimperialistas en nuestra región. Y, ojo, ha habido elecciones y la ultraderecha venezolana ha perdido, aunque, como era de imaginar y en consonancia con las derechas (extremadas) en nuestra región, iniciaron el coro de fraude antes de la jornada electoral para potenciarlo tras el anuncio de resultados. Nos conocemos bien ese coro a estas alturas. 

Pero Latinoamérica es más amplia y se rebela siempre frente a esos neofascismos y la bestialización de los poderes. Tenemos esa tradición, nos construimos una identidad con esa tradición e incluso cuando parece que dormimos un poco, siempre suena una voz de insurgencia que lo remueve todo. Y por eso hoy el cierre es un poco distinto. Es lunes 29 de julio y me permitirán ustedes que hoy haga lo que otros medios españoles no harán, me temo, y lo que pocos muy pocos e independientes medios en mi país harán. Déjenme que les hable de Perú. 

Sé que hoy los focos están en otras latitudes del sur de América, pero qué importante es que se hable de quienes resisten contra todo. Contra la muerte. Contra la indolencia. Contra la injusticia. Este 27, 28 y 29 de julio, en nuestras fiestas patrias, el Perú mayoritario se manifiesta contra la dictadura que nos gobierna. No hay nada que celebrar este año. No son fiestas patrias, es ¡Duelo patrio! Y ese duelo se ha hecho sentir. Mientras ayer la dictadora Dina Boluarte enunciaba un mensaje dirigido al país —un mensaje de casi cinco horas que tenía como fin que nada de ese mensaje se recordara— el verdadero mensaje a la nación, una tradición anual en mi país, lo estaba dando la gente afuera. Cerca de ese Congreso de la República que estaba casi vacío ante la mandataria, estaban centenares de peruanos y peruanas que en muchos casos se han desplazado desde sus territorios para llegar a Lima a manifestar su rechazo contra esta dictadura que hasta ahora sigue sin pagar por la vida de esos más de cincuenta peruanos que fueron asesinados. 

A lo mejor no lo saben, porque cuando el gobierno, sea dictadura o no, es de derechas neoliberal, los medios se encargan de casi no contarte de ellos,  pero Dina Boluarte llegó a la Presidencia del Perú gracias a un pacto que los poderes realizaron con ella. Esos mismos poderes que habían perdido en las elecciones de 2021 contra Pedro Castillo. Esos mismos poderes que hoy gobiernan. Es decir, gobierna por un golpe de estado de los poderes contra los resultados democráticos de las elecciones de 2021. Pero la dictadura actual en Perú no es Dina Boluarte. Es más bien una especie de hidra. Ese animal mitológico de muchas cabezas y donde cada cabeza realiza su labor para que la hidra siga viva. Tenemos la cabeza política donde estarían Dina Boluarte y su Ejecutivo, la cabeza legislativa donde está todo ese Congreso que tiene los menores índices de aprobación de la historia y que aún así, deslegitimados para ello, siguen legislando en contra de la gente, la cabeza judicial representada por los remanentes de ese fujimorismo judicial que siguen operando hasta hoy y que operaron tanto contra Pedro Castillo, como a favor de Boluarte durante muchos meses. Ese mismo sistema judicial que mantiene a Castillo en la cárcel desde hace más de un año y medio y que pretende seguir teniéndolo ahí como vía de disciplinar a cualquiera que como él, opte por un cargo público de poder sin inclinar la cabeza ante los que mandan sin presentarse a elecciones. Está también la cabeza económica, por supuesto, una especie de CEOE a la peruana que se llama CONFIEP y que representan un poder clave en el que se ha sostenido la dictadura cuando necesitaba instalarse. A veces escenifican algún que otro desencuentro, pero es sólo una vía de esa cabeza económica de la hidra para forzar a Boluarte a seguir cediéndoles terreno. Está la cabeza castrense, fundamental para ejercer como brazo violento la represión que ha asesinado a más de cincuenta peruanos por protestar y que sigue reprimiendo sin ningún pudor. Y, por supuesto, está la cabeza mediática. Esa poderosa cabeza que se posicionó con Boluarte desde antes del 7 de diciembre de 2022 y que incluso ayer seguía sin cubrir con el mismo interés las manifestaciones masivas en mi país, que el lamentable mensaje presidencial de cinco horas y nada de relevancia. Sin medios a su servicio no hay dictadura que se sostenga. El grupo El Comercio y todos sus satélites mediáticos, pero también las otras casas mediáticas que, aunque con menos poder, gozan de auspiciadores que defienden el mismo modelo que Boluarte les sostiene y recrudece, se encargan hasta hoy de que, incluso cuando Boluarte tenga procesos en contra y múltiples escándalos, parezca que la gente en las calles no existe, sus demandas son imposibles y que las movilizaciones “no son potentes”. Esos medios que construyen sentidos comunes y que sistemáticamente invisibilizan a quienes no sólo se están jugando la vida, sino que ya pusieron los muertos, la sangre, los cuerpos desde hace más de un año y medio. Y por eso hoy quería hablar de Perú, porque ese Perú que no sólo resiste sino que impugna a la dictadura, lo hace sin el eco mediático que merece y que necesita para lograr impactar.

Mis hermanos y hermanas han sabido describir el momento político peruano mejor que nadie con una frase muy sencilla “esta democracia ya no es democracia” y, por lo mismo, no apuntan sólo a echar a Boluarte, sino a echar esa hidra de la que les he hablado. Porque Boluarte puede irse, pero cualquiera que venga puede volver a contar con esta arquitectura para sostener la imposición del modelo neoliberal, el desmantelamiento del estado, la privatización de los derechos, la venta indiscriminada de nuestros recursos naturales, el sometimiento a los Estados Unidos y la represión para silenciar a quienes se opongan. Por eso, el debate en Perú no es sobre Boluarte, sino sobre lo que ella significa. Es una postura contra su régimen, un régimen que no empezó Boluarte, ella es sólo la gran continuadora de quien hasta hoy sigue gobernando: Alberto Fujimori. Hemos pasado del régimen del 93, al régimen que en 2023 Boluarte se encargó de revivir con toda su crudeza y, por lo mismo, hay lecciones que aprender. Por ejemplo, que basta con sacar a Boluarte porque alguna vez sacamos a Fujimori y hoy no sólo está libre gracias a un indulto concedido por esta dictadora, sino que tiene la intención de ser candidato a la presidencia de la república. Así de revictimizante y doloroso. Entre dictadores se limpian las penas, se lamen las heridas y se benefician para seguir en carrera eternamente. Entonces, ¿Qué hacemos?  

Nada de esto sería posible sin suscriptores

En España siempre hablamos de la arquitectura franquista del poder. Créanme, lo entiendo bien porque alguien en mi país también dejó las cosas muy atadas y bien atadas. Fue el fujimorismo que aún sin gobernar lo hacía. Ya sea por el parlamento, ya sea por sus remanentes en las Fuerzas Armadas, el poder económico, el poder mediático y el poder judicial. Y por eso necesitamos un nuevo pacto social que no sólo eche a Boluarte, sino que eche de verdad a ese fujimorismo que está en la médula espinal de una constitución que es ilegítima al igual que este gobierno. Y sólo así hacernos la pregunta que merecemos hacernos, ¿Quién tiene derecho a hacer política en Perú? Para definir ese Perú que queremos ser. No una República ilustrada, no una democracia de minorías, no un país de castas; sino una democracia popular y plebeya con todos y todas dentro. 

He querido hablar de mi país hoy porque puede que algunos crean que migrar significa irse. Migrar significa llevarte contigo tu patria a todos los lugares del mundo. Significa portar siempre una maleta, con tus tradiciones, tu acento, tus luchas, tu historia. Mi país está levantándose contra una dictadura que les asesina por atreverse a hacer política y contra unos medios que silencian a las voces y cuerpos que no les gustan. Esos cuerpos marrones, racializados, plebeyos, indígenas y combativos. Esos cuerpos que hoy están en primera línea, nuevamente, luchando por un país que también es de ellos. Y yo estoy con ellas y ellos. Hoy y todos los días. Jallalla Perú. Mucha fuerza en este duelo patrio. Hasta mañana.


Puedes ver el cierre de hoy en El Tablero por Canal Red aquí: