Guerra de Ucrania

Los objetivos de la ofensiva ucraniana en Rusia (y cuáles pueden ser los resultados)

Muchos análisis militares coinciden en calificar esta ofensiva como una aventura; es decir, una apuesta que puede salir muy bien o muy mal
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Ucrania lleva una semana de ofensiva en territorio ruso. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, las tropas de un ejército extranjero incursionaron en Rusia con tanques y artillería. De fondo, todo lo que esto implica a nivel simbólico.

La ofensiva comenzó el 6 de agosto y tomó por sorpresa no solo a la prensa internacional, que echó ríos de tinta en conjeturar en qué consisten los planes de Kiev, sino también a la propia Rusia, que paradójicamente no estaba preparada para un ataque de esta índole. La guerra dura ya más de dos años y se han producido ataques desde el lado ucraniano a algunas zonas transfronterizas. Sin embargo, la frontera con Ucrania resultó ser fácilmente permeable para una maniobra cuya magnitud Moscú ni siquiera pareció haber podido evaluar correctamente en sus inicios.

Hoy, con la información de la que disponemos, se puede afirmar que Ucrania ha estado preparando esta ofensiva a lo largo de mucho tiempo y, de hecho, parece su apuesta por cambiar el curso de la guerra o, al menos, el desenlace de unas posibles negociaciones en un futuro. Muestra de la seriedad con la que se lo han tomado son las informaciones que llegan sobre los grupos de ataque, efectivos y armamento que se utiliza en la ofensiva. En total, según cálculos de medios, hasta 10.000 soldados podrían estar involucrados en la operación, tanto en combates como en tareas logísticas, pero es cierto que, al no disponer de informaciones oficiales fidedignas, ahora mismo es más lo que no sabemos que lo que sí. De momento son todo alegaciones que forman parte de la propaganda de guerra de ambos lados.

Hoy, con la información de la que disponemos, se puede afirmar que Ucrania ha estado preparando esta ofensiva a lo largo de mucho tiempo y, de hecho, parece su apuesta por cambiar el curso de la guerra o, al menos, el desenlace de unas posibles negociaciones en un futuro

Prueba de ello es lo que sucedió al día siguiente del inicio de la incursión, cuando el jefe del Estado Mayor de Rusia, Valeri Guerasimov, informó al presidente Vladímir Putin sobre el avance de la ofensiva. Según le trasladó, se trataba de un grupo de hasta mil efectivos ucranianos que ya había sido detenido en su avance. Además, aseguraba que las Fuerzas Armadas ucranianas habían perdido en los combates a centenares de soldados.

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Sin embargo, la ofensiva ucraniana siguió, miles de personas fueron evacuadas de los territorios fronterizos y las imágenes que difundían supuestamente soldados ucranianos que participan en la ofensiva no dejaban lugar a muchas dudas: el avance no se había detenido y eran más de mil efectivos. Es decir, una de dos: o el jefe del Estado Mayor de Rusia le mintió al presidente y comandante en jefe o no tenía él tampoco mucha idea de lo que estaba pasando. Cualquiera de las dos versiones habla de una notable brecha en el mando ruso.

El lunes, en una nueva reunión de Putin con sus funcionarios, el gobernador interino de la región de Kursk admitió que las tropas de Ucrania habían logrado hacerse con el control de 28 localidades y un territorio de 12 kilómetros de largo y 40 kilómetros de ancho. Unos 2.000 civiles, según sus informaciones, se encontraban bajo la ocupación ucraniana. Otros 120.000 habían abandonado el territorio; mientras, unas 60.000 personas estaban a la espera de la evacuación.

Todo son cifras oficiales, por lo que posiblemente estén retocadas a la baja, igual que los datos oficiales ucranianos podrían estar retocadas al alza. Kiev, por cierto, se mantuvo en silencio durante los primeros días de la ofensiva dejando un campo abierto a toda una serie de análisis, conjeturas y especulaciones. El jueves pasado, el presidente Volodymir Zelenski finalmente se pronunció: “Todos han visto que el Ejército ucraniano sabe dar sorpresas y lograr resultados”, dijo.

La pregunta que surge ahora es: ¿Cuáles son los objetivos de esta ofensiva en la que, evidentemente, se ha trabajado durante meses y se han empleado mejores recursos en un momento en el que en el frente principal, en el del Donbás, Ucrania no paraba de retroceder?

Por su parte, el  jefe del Estado Mayor, Aleksándr Syrski, le informó el lunes de que Ucrania ya estaba controlando nada menos que 1.000 kilómetros cuadrados de territorio ruso. El dato parece difícil de creer, sobre todo porque los soldados ucranianos se mueven en pequeños grupos móviles que se adentran en pequeñas localidades, se retiran después y lo que parece estar haciendo Kiev en sus cálculos es sumar todos esos kilómetros que sus tropas han logrado recorrer dentro de Rusia.

En cualquier caso, Rusia declaró el estado de emergencia en las tres regiones fronterizas con Ucrania, no solo en la de Kursk, sino también en las de Belgorod y Briánsk, donde se lleva a cabo la evacuación de civiles. Es decir, no se descarta que la ofensiva ucraniana se extienda a lo largo de la frontera.

Más allá de los avances, las declaraciones, los combates, la pregunta que surge ahora es: ¿Cuáles son los objetivos de esta ofensiva en la que, evidentemente, se ha trabajado durante meses y se han empleado mejores recursos en un momento en el que en el frente principal, en el del Donbás, Ucrania no paraba de retroceder? ¿Cuál es el sentido de todo esto?

De momento, y sin saber en qué va a acabar esta ofensiva, están demostrando que todavía son capaces de llevar a cabo ataques imprevisibles que golpean la imágen y la moral de Rusia

Por razones obvias, Ucrania no ha sido muy explícita a la hora de revelar su estrategia. Sin embargo, ya podemos deducir varios objetivos. El primero, extender el frente y golpear a Rusia de tal manera que se vea obligada a redistribuir sus recursos, desplazando parte de sus efectivos desde zonas en las que está atacando, principalmente, del Donbás, a las zonas que tienen desprotegidas. Así, quizá, se calcula que la ofensiva en el Donbás, donde Rusia avanzaba lentamente pero constante, se podría detener. El segundo objetivo, y eso lo reconocía el propio Zelenski, es conseguir rehenes que luego podrán ser intercambiados por prisioneros de guerra ucranianos. Y finalmente, mejorar sus posiciones de cara a unas negociaciones. De momento, y sin saber en qué va a acabar esta ofensiva, están demostrando que todavía son capaces de llevar a cabo ataques imprevisibles que golpean la imágen y la moral de Rusia. Si logran establecer un control sobre esos territorios, podrían acudir a unas eventuales negociaciones con Rusia que se desarrollen ya bajo sus propios términos.

Es importante mencionar que Rusia parece haber perdido la localidad fronteriza de Sudzha, donde se ubica una estación de medición de gas a través de la cual el gas ruso de la empresa Gazprom transita primero a Ucrania y luego a países europeos como Hungría, Eslovaquia o Eslovenia. Recordemos que en todo este tiempo de guerra, el tránsito de gas ruso por el territorio ucraniano no se ha detenido y para la economía de  Ucrania, destruida por la guerra, ha supuesto unas ganancias fundamentales para subsistir.

Según informes de Gazprom, por esa estación de medición transitan diariamente hasta 40 millones de metros cúbicos de gas y Bloomberg informaba este martes de que Ucrania y Rusia no planean cortar el grifo, todo lo contrario: el gas seguirá fluyendo, al menos hasta diciembre, que es cuando vencen los contratos. Ahora, mantener bajo control esta estación de medición de gas es otro as en la manga de Ucrania de cara a unas eventuales negociaciones.

Finalmente, en la región de Kursk se encuentra también una central nuclear. El Washington Post especulaba con que podrían llegar a tomarla con el objetivo de canjearla en un futuro por la central nuclear de Zaporiyia, que está bajo el control ruso. Sin embargo, para eso tendrían que avanzar unos 80 kilómetros y no parece que vaya a ser un paseo. Para Kiev es importante recuperar esa central porque su producción eléctrica está seriamente deteriorada por los constantes ataques rusos contra la infraestructura energética, y de cara al invierno el asunto se vuelve primordial.

Todavía es pronto para saber si estos objetivos son realistas o qué resultados podremos ver en el corto y largo plazo. Muchos análisis militares coinciden en calificar esta ofensiva como una aventura; es decir, una apuesta que puede salir muy bien o muy mal. De momento, a corto plazo, se logró subir la moral de los comentaristas ucranianos y de los patrocinadores de la guerra. Sin embargo, cuanto más avancen en el interior de Rusia, más larga es la cadena logística. La duda es si podrán sostenerlo. Si Rusia los consigue bloquear por detrás, Ucrania perderá a sus mejores cuadros que ya escasean.

De hecho, según informes del periodista Christopher Miller, los efectivos ucranianos que se encuentran ahora en territorio ruso fueron desplazados desde el frente del Donbás y muchos de ellos esperan la caída de varias localidades frente al avance ruso en las próximas horas.

Es decir, más allá del relato, la situación en el frente principal de la guerra no ha cambiado de momento. El medio de análisis de guerra ucraniano Deep State, vinculado con el Ministerio de Defensa, ha confirmado que algunas de las localidades en el frente del Donbás permanecen bajo el control de Ucrania “solo en el mapa” y no sobre el terreno. De hecho, los rusos parecen haber avanzado en una localidad de Niu York (no es broma) moviendo así la única línea del frente que permanecía sin cambios desde 2014.

A pesar de todas las dudas que surgen sobre esta ofensiva, el efecto publicitario está siendo espectacular. Quizá ese es uno de los objetivos, y de ser así, se ha cumplido con éxito

Según el Instituto estadounidense del Estudio de la Guerra, que observa los movimientos de las tropas en el frente, si para diciembre de 2023 Rusia mantenía ocupados 108.163 kilómetros cuadrados de Ucrania, para el 11 de agosto ya había logrado controlar 109.338 kilómetros. Es decir, en lo que va de 2024, ocuparon algo más de mil kilómetros cuadrados de suelo ucraniano, a pesar de la incursión. 

El analista militar alemán Julian Roepke, que es poco sospechoso de prorruso, pronosticaba que Ucrania finalmente se tendrá que terminar retirando de Rusia, pese a la euforia. “Probablemente no vaya a ser inmediato, sino en un contexto de negociaciones”, decía el experto, a la vez que confesaba seguir sin entender muy bien la estrategia ucraniana: “Si de verdad tenéis 5.000 soldados y equipamiento militar, ¿por qué no romper la defensa rusa en Járkiv, Donetsk, Lugansk o Zaporiyia? Una conquista de una región rusa es altamente arriesgada y solo espero que sea una maniobra de distracción antes de liberar el sur y el este de Ucrania”. 

A pesar de todas las dudas que surgen sobre esta ofensiva, el efecto publicitario está siendo espectacular. Quizá ese es uno de los objetivos, y de ser así, se ha cumplido con éxito. Ahora mismo, recordemos, el horizonte está puesto en lo que ocurra en Washington el próximo noviembre y cada candidato presidencial está jugando sus cartas en lo que a política internacional se refiere.


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